La adaptación de la novela Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, a la plataforma de Netflix, ha tenido un gran éxito y se ha posicionado entre los primeros lugares del top 10. La serie, compuesta por 8 episodios, está llena de detalles y datos curiosos que quizá no hayas notado y que incluyen elementos con un significado profundo.

Eréndira, un personaje que conecta con otra obra de García Márquez

En uno de los capítulos, aparece Eréndira, un personaje que forma parte del cuento largo La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada. Este detalle conecta la serie con otra gran obra de Gabriel García Márquez.

El extraño hábito de Rebeca

Rebeca, uno de los personajes principales de la historia, es hija adoptiva de la familia Buendía. Al llegar a su nueva casa, tenía un hábito peculiar: se negaba a comer los alimentos que Úrsula le ofrecía y, por las noches, salía a comer tierra. Este hábito desapareció cuando Úrsula le dio un remedio.

¿Por qué Rebeca comía tierra?

Aunque en el libro no se explica directamente, hay interpretaciones interesantes. Rebeca comía tierra porque extrañaba a sus padres fallecidos y sentía que al comerla podía conectarse con ellos. Al llegar a la casa de los Buendía, traía consigo un costal con los huesos de sus padres, quienes no estaban enterrados. La tierra, asociada a la muerte y a los muertos, simbolizaba para Rebeca una manera de lidiar con su pérdida.

En su edad adulta, Rebeca vuelve a comer tierra tras no poder estar con Pietro Crespi. Durante una fiesta familiar, sale al patio y comienza a comer tierra nuevamente. Según el narrador, “los puñados de tierra la hacían sentirse más cerca del único hombre digno de tal muestra de degradación”. Comer tierra se convirtió en una forma de enfrentar el estrés y la desesperación emocional.

Las flores amarillas: un símbolo de transformación y buena suerte

En el octavo capítulo de la serie, titulado “Tantas flores cayeron del cielo”, la familia Buendía enfrenta una gran pérdida: la muerte de José Arcadio Buendía, el patriarca y fundador de Macondo. Tras su fallecimiento, una lluvia de flores amarillas cubre todo el pueblo.

En la obra, las flores amarillas pueden simbolizar transformación y desgracia inminente, pero también tienen un significado más curioso. Poco antes de cumplir ocho años, Gabriel García Márquez aprendió de su abuelo materno que las flores amarillas simbolizan buena suerte.

Tres décadas después, mientras escribía los capítulos finales de Cien años de soledad en medio de una crisis económica, las rosas amarillas estuvieron presentes en su escritorio. Su esposa, Mercedes Barcha, las renovaba constantemente. Estas flores se convirtieron en un amuleto que representaba la persistencia de la belleza frente a los malos presagios.

Información proporcionada por El Comercio, Qué ver y el Centro Gabo.