La Pastelería Belalcázar, un dulce tesoro en el corazón de Bogotá

En el corazón del antiguo barrio de panaderías y pastelerías de Bogotá, la Pastelería Belalcázar se erige como un dulce tesoro que lleva más de 80 años deleitando los paladares más exigentes.

Fundada en 1942 por los hermanos alemanes Otto y Bill Bher, pasteleros de ascendencia judía que huyeron de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, la Belalcázar ha sido testigo del paso del tiempo y de la evolución de la ciudad.

A través de sus puertas, han pasado personalidades del arte, la cultura y la política, quienes han sido seducidos por el aroma de sus galletas de vainilla, el encanto de sus estrellas de coco y la exquisitez de sus tortas de cumpleaños.

Su salón principal, adornado con lámparas de lágrimas, muebles estilo Luis XV y vitrales catedralicios, evoca el barroquismo aristocrático europeo del siglo XVIII, un estilo que la Bogotá de los años 40 y 50 adoptó para ofrecer ambientes acogedores y refinados.

Elsy Cáceres, el alma de la Belalcázar

Detrás del mostrador, Elsy Cáceres, una mujer de carácter amable y sonrisa cálida, lleva 28 años siendo el alma y el nervio de la pastelería. Su eficiencia y atención esmerada son legendarias entre los clientes, quienes aprecian su lema: "cuentas claras y chocolate espeso"

Según Paula Cubides Páez, joven heredera de la cuarta generación de la familia Belalcázar y diseñadora de modas, el salón principal de la pastelería estaba dotado de todo el glamour de la época: "Había voluptuosas lámparas de lágrimas, muebles estilo Luis XV, mesas a dos manteles con servilleteros de lujo, juegos de candelabros y velas para las noches románticas, cubiertos y cristalería importada, y el piso alfombrado en su totalidad".

La Belalcázar no solo es un lugar para degustar delicias, sino también un espacio para evocar la historia y el encanto de una Bogotá que ya no existe.

El cliente más fiel

Entre los clientes más fieles de la Belalcázar destaca el doctor José Sixto Buitrago Mojica, administrador público, escritor y catedrático, quien durante 30 años ha adquirido los ponqués de cumpleaños para sus celebraciones familiares.

"La Belalcázar es un lugar mágico que conserva el sabor y el espíritu de la Bogotá de antaño", afirma el doctor Buitrago, quien se deleita con las milhojas, las repollas rellenas de arequipe y la recién horneada saint honoré.

La Pastelería Belalcázar es un punto de encuentro para los amantes de la buena mesa y un testimonio vivo de la tradición pastelera bogotana. Sus dulces delicias siguen endulzando los días de los capitalinos, quienes encuentran en este lugar un oasis de sabores y recuerdos.