Las disidencias de las FARC vuelven a merodear cerca de Bogotá desde el páramo de Sumapaz
Las disidencias de las FARC que decidieron quedar por fuera de los acuerdos de paz de 2016 buscan recuperar o consolidar el estratégico corredor del Sumapaz.
La presencia de hombres fuertemente armados la semana pasada, con uniforme y pasamontañas en la localidad de Sumapaz, sur de Bogotá, instalando retenes ilegales y pintando carros con letreros alusivos a las disidencias de las FARC 'Segunda Marquetalia', reavivó una amenaza latente que no termina con el transcurso de los días y reeditó el nombre que los conquistadores españoles le dieron a ese páramo cuando padecieron, alucinados por El Dorado, sus rigores: país de la niebla.
Esa condición meteorológica del lugar, considerado el páramo más grande del mundo, es precisamente una de las razones por las que, desde mediados del siglo pasado, las antiguas FARC se asentaron, un poco más abajo, en las estribaciones de la cordillera Oriental, más exactamente en el cañón del río Duda. Allí permaneció durante muchos años el denominado Secretariado de esa guerrilla, y por allí campearon, como Pedro por su casa, míticas figuras fundacionales como su principal cabecilla, Manuel Marulanda Vélez, alias 'Tirofijo'.
El estratégico cañón del Duda
Pero hay otras razones que le dan un valor estratégico al cañón del Duda: en él convergen las regiones Amazónica, Orinoquía y Andina, en una topografía que reúne cinco pisos térmicos diferentes (páramo, subpáramo, bosque altoandino, bosques húmedos de selva tropical y las llanuras propias de la Orinoquía).
Administrativamente hablando, ese accidente geográfico —un encadenamiento de estrechos, gargantas y desfiladeros por entre los cuales corre el caudal desde el páramo de Sumapaz hasta desembocar en el río Guayabero— une también a Cundinamarca, Tolima, Huila y Meta.
El río Duda, viejo bastión de las FARC
En resumen, es la topografía ideal para el asentamiento de cualquier organización armada que se puede desplazar fácilmente entre esos cuatro departamentos y la zona rural de Bogotá, unidos por el río Duda al páramo de Sumapaz en las goteras de la capital. Y lo hacen al cubierto de una niebla permanente que solo cede en verano, en los meses de diciembre y enero. Se trata de un escudo natural que los protege de las operaciones aéreas.
A ese cañón llegaron de manera masiva destacamentos guerrilleros que habían sido sacados por el Ejército Nacional de Riochiquito (Cauca), en 1965.
Desde entonces, en esa topografía quebrada y al amparo de las nubes, se instaló el máximo órgano de dirección de esa guerrilla, el Secretariado, que hizo del cañón del río Duda un corredor estratégico entre la capital de la República y el vasto suroriente colombiano. Por allí transitaban, además de guerrilleros, políticos, empresarios, periodistas, estudiantes, artistas e intelectuales, pero también secuestrados y arrieros conduciendo recuas de mulas con abastecimientos y pertrechos para la guerra.
Y también lo hicieron delegados del gobierno de Belisario Betancur hasta llegar al punto más alto de conversaciones cuando se firmó el Acuerdo de La Uribe en 1984.
El documento se llamó así porque fue suscrito en Casa Verde, un complejo o ciudadela guerrillera levantada en un punto perdido en el cañón del río Duda, en jurisdicción del municipio de La Uribe (Meta). Pero pocos años después, en diciembre de 1990, ese lugar que había visto surgir un débil vástago de paz se convirtió de nuevo en territorio de operaciones militares entre las Fuerza Militares y las FARC.
El fragor de los enfrentamientos retumbó por los estrechos, gargantas y desfiladeros del cañón geográfico, sobre los cuales volvió a tener un papel preponderante la niebla.
«Una escuela de entrenamiento, el campamento de Tirofijo y el campamento de [alias Raúl] Reyes, entre otros, fueron los objetivos militares que se habían establecido para dar inicio a la Operación Colombia», agrega el alto oficial en su reflexión, contenida en el libro 'Victorias desde el aire. La Fuerza Aérea Colombiana y el término del conflicto armado' (2019). Pero «por los fenómenos meteorológicos y las características del territorio tales puntos eran poco visibles».
En otro ejercicio de memoria, el también general de la FAC Jorge Tadeo Borbón Fernández, que en la Operación Colombia piloteó como teniente uno de los helicópteros en la campaña contra Casa Verde, recuerda en el mismo libro el reto que significaba volar por esa zona.
Las cosas, después de más de 30 años, han cambiado por los adelantos tecnológicos para la navegación, pero el páramo de Sumapaz y el cañón del río Duda siguen siendo ese país de la niebla que encontraron los conquistadores españoles. Y desde ese territorio, aprovechando las ventajas tácticas que ofrece por sus condiciones naturales, estarían volviendo a merodear sobre Bogotá las estructuras que quedaron de las antiguas FARC, pero ya no como un solo grupo, sino divididas y enfrentadas a muerte por apropiarse de la región.
La presencia y confrontación —reportadas por la Defensoría del Pueblo, por el exgobernador del Meta Juan Guillermo Zuluaga y por el gobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey— de las disidencias de las FARC 'Segunda Marquetalia', 'Estado Mayor Central' y 'Bloque Jorge Briceño', que también extorsionan a la población civil, la amenazan e intimidan, hace que el país de la niebla que encontraron los españoles se convierta de nuevo, en realidad, en país de la tiniebla. Desde allí amenazan a la capital de la República aprovechando, entre otras ventajas, las densas nubes a ras del suelo y la gran disminución de la visibilidad.