Gustavo Petro también se enfrenta a una "encrucijada en el alma" como Álvaro Uribe
El presidente Gustavo Petro y el expresidente Álvaro Uribe no tienen nada en común, excepto que en diferentes momentos han gobernado Colombia. Navegan por las orillas opuestas del impetuoso río de la política, pero hay algunos tramos en los que la misma corriente los sumerge en remolinos muy similares, como los dilemas que surgen en torno a la necesidad de que sus proyectos políticos perduren en el tiempo, una ambición legítima de todos los que acceden al poder y quieren conservarlo ellos mismos o por interpuesta persona.
La encrucijada de Uribe
La encrucijada de Petro
Ahora, una encrucijada similar parece planteársele al presidente Petro con la fuerte disputa que hay entre dos de sus más queridos alfiles, Gustavo Bolívar y María José Pizarro, y que, de mantenerse, podría afectar seriamente la continuidad del progresismo en el poder.
No está claro dónde se originaron las desavenencias entre Gustavo Bolívar y Pizarro, quienes, según las encuestas, son los candidatos presidenciales más serios de la izquierda para reemplazar a Petro en las elecciones de 2026, pero no cabe duda de que en algún momento el mandatario tendrá que decidir a quién le da su beneplácito. Cualquiera que sea la decisión que tome, impactará directamente su intención de consolidar todas las fuerzas de izquierda en un solo partido para llegar unidos a las próximas elecciones, una idea que, de entrada, ya recibió el rechazo de varios partidos y movimientos que forman parte del Pacto Histórico, la coalición que lo llevó a la presidencia.
Bolívar, un escritor de libretos y narconovelas que recaló en la política, es tan cercano al presidente Petro que no solo fue senador por el Pacto Histórico, sino candidato a la Alcaldía de Bogotá a instancias del jefe de Estado. Aunque sufrió una estrepitosa derrota, fue recompensado por el mandatario en su Gobierno en la dirección del Departamento de Prosperidad Social (DPS).
La senadora María José Pizarro, por su parte, es hija de Carlos Pizarro León-Gómez, icónico líder del M-19, movimiento al que perteneció Petro, y cuya figura admira tanto el jefe de Estado que la exaltó elevando su sombrero a la categoría de patrimonio cultural de la Nación.
La sombra del M-19
La idea también debe sonar al presidente Petro, que está en México para la posesión, este martes primero de octubre, de la presidenta electa de ese país, Claudia Sheinbaum. El mandatario colombiano, que ya no agita con tanta intensidad la idea de su reelección —una iniciativa de improbable éxito que tiene la tera de impulsar la senadora Isabel Cristina Zuleta— debe mirar con alivio para sus intereses en Colombia, quizás a través de Pizarro, cómo una mujer, Sheinbaum, continuará el proyecto político del también izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
Petro ve tan cercanos a sus ideales a Sheinbaum que aseguró, al llegar a México, que ella fue militante del M-19.
No es gratuito que la senadora Pizarro exalte asimismo el caso de Sheinbaum, en quien, no cabe duda, se ve reflejada. En la misma entrevista con la frecuencia radial, aseguró que "lo que tienen que hacer todos los cuadros políticos del progresismo es prepararse para la continuidad de este proyecto político […] porque evidentemente la reelección no hace parte del bloque de constitucionalidad de nuestro país. Pero podemos hacer como lo han hecho otros países. Esta semana viviremos el ascenso de […] la primera mujer presidenta de la historia de México, un proyecto político de continuidad que logró el respaldo popular. […] Eso es lo que tenemos que hacer nosotros en este momento […]".
El choque de ambiciones
Así supuró una herida que tiene Bolívar y que le habría causado Pizarro hace ya varios años. Hay quienes consideran que Bolívar está así porque piensa que Pizarro impulsó al actor Bruno Díaz a contar la historia de una plata que el libretista le debía a su hijo, un caso que terminó fatalmente con el suicidio del muchacho. Eso le representó un altísimo costo político al exsenador.
Semejante situación no solo representa una profunda grieta en la izquierda de cara a las elecciones presidenciales de 2026. Es claramente una encrucijada para el presidente Petro pues en algún momento deberá manifestar su preferencia entre Bolívar y Pizarro. No es una encrucijada igual a la que manifestó en su momento el expresidente Uribe, pero es un dilema político, al fin y al cabo, que Petro, como buen animal político que es, resolverá de manera conveniente.