El país político y el país nacional: una separación cada vez mayor

En medio de los recientes acontecimientos políticos y sociales en Colombia, el discurso de Jorge Eliécer Gaitán en 1946 cobra nueva relevancia. El líder liberal hablaba de dos países distintos: el país político, centrado en sus propios intereses y poder, y el país nacional, preocupado por su bienestar y progreso.

Un país en constante evolución

A más de 70 años de las palabras de Gaitán, la separación entre estos dos países parece haberse ampliado. El país político sigue enfrascado en debates ideológicos y luchas de poder, mientras que el país nacional enfrenta desafíos cotidianos y una creciente insatisfacción.

Sin embargo, en medio de las diferencias, las estadísticas revelan una sociedad colombiana que está experimentando una profunda transformación. La pobreza multidimensional ha disminuido significativamente, la cobertura de servicios básicos como la salud y la educación ha aumentado, y la esperanza de vida ha mejorado.

El país político, desconectado de la realidad

A pesar de estos avances, la percepción de los colombianos sobre su situación económica y social contrasta con los datos oficiales. Según una encuesta reciente del DANE, cerca del 47% de los hogares se consideran pobres, a pesar de que la pobreza monetaria se sitúa en torno al 35%.

Esta brecha entre la realidad y la percepción subraya la desconexión entre el país político y el país nacional. Los dirigentes parecen vivir en una burbuja, alejados de las preocupaciones reales de la población.

La radicalización, una apuesta equivocada

En este contexto, el discurso radical y la polarización política no son la solución. Por el contrario, profundizan la división y alejan al país político del país nacional. La verdadera solución radica en el diálogo, el consenso y el trabajo conjunto para abordar los desafíos que enfrenta Colombia.

Las leyes de la física, como señalaba Isaac Newton, establecen que a toda acción corresponde una reacción igual y opuesta. El país político debe entender que la radicalización solo generará caos y frustración. La Casa de Nariño tiene la responsabilidad de garantizar un futuro mejor para todos los colombianos, no solo para aquellos que comparten sus ideas.

El país nacional, en busca de soluciones

El país nacional, por su parte, debe seguir alzando su voz y exigiendo un cambio. Las centrales obreras, los líderes sociales y los ciudadanos de a pie deben hacerse escuchar y presionar al gobierno para que responda a sus necesidades.

La esperanza de un mejor futuro para Colombia depende de la capacidad del país político y el país nacional para reencontrarse y trabajar juntos. Solo a través del diálogo y la cooperación se podrá superar la brecha que los separa y construir una sociedad más justa y próspera.