El breaking, también conocido como breakdance, está viviendo su momento en los Juegos Olímpicos de París 2024. Sin embargo, este nuevo deporte olímpico, que ha capturado la atención de miles de espectadores, está enfrentando una corta, pero intensa, historia dentro del ámbito deportivo internacional. El polémico anuncio de su exclusión de los próximos Juegos Olímpicos en Los Ángeles 2028 ha dejado tanto a atletas como a fanáticos con opiniones divididas.

El breaking, originario de las calles del Bronx en Nueva York durante la década de 1970, es una forma de danza urbana que ha evolucionado hasta convertirse en un fenómeno cultural global. Sus raíces están profundamente arraigadas en la cultura hip-hop, y su incorporación a los Juegos Olímpicos de París 2024 marca un hito en la historia del deporte y la danza. Este estilo de baile es conocido por sus movimientos acrobáticos, giros espectaculares y una fusión única de ritmo y técnica, que se han ganado un lugar en competiciones internacionales desde la década de 1990.

El debut olímpico del breaking se produjo en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires en 2018, donde tuvo un éxito rotundo. Este éxito impulsó al Comité Olímpico Internacional (COI) a incluir el breaking en el programa de París 2024, junto con otros deportes emergentes como el surf, el skateboarding y la escalada deportiva. Con la llegada de estos deportes, los Juegos Olímpicos buscan atraer a un público más joven y diversificado, alineándose con las tendencias actuales de la cultura popular.

En París, la competencia de breaking se lleva a cabo en la icónica Place de la Concorde, un escenario temporalmente transformado en el Parc Urbain para acoger no solo el breaking, sino también las competiciones de skateboarding y BMX Freestyle. La competencia se divide en dos eventos: uno masculino y otro femenino, donde 16 B-Boys y 16 B-Girls se enfrentan en intensas batallas uno contra uno. Los jueces evalúan a los competidores según su originalidad, técnica, ejecución, musicalidad y variedad de movimientos.

El evento ha atraído a un gran número de seguidores, especialmente entre los jóvenes, quienes ven en el breaking no solo un deporte, sino una forma de arte que refleja su identidad y estilo de vida. Sin embargo, la inclusión del breaking en los Juegos Olímpicos no ha estado exenta de controversias. Algunos críticos consideran que el breaking no debería formar parte del programa olímpico, argumentando que se aleja de la esencia tradicional del olimpismo, que históricamente ha priorizado deportes de resistencia física y técnica.

A pesar del éxito de su debut, el breaking no estará presente en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. La decisión de excluirlo ha generado un debate acalorado entre los seguidores del deporte y los entusiastas de la cultura hip-hop. Mientras que algunos ven la exclusión como un revés para el reconocimiento global del breaking, otros consideran que el paso por París 2024 fue suficiente para darle visibilidad en la escena deportiva internacional.

La Federación Mundial de Baile Deportivo (WDSF, por sus siglas en inglés), organismo que regula el breaking a nivel mundial, ha expresado su decepción por la decisión del COI y ha señalado que la exclusión del breaking es un retroceso en el reconocimiento de la danza como una disciplina deportiva de alto rendimiento. Según la WDSF, el breaking combina atletismo, danza y música de una manera que desafía los límites tradicionales de lo que se considera deporte.

La decisión de Los Ángeles 2028 ha sido influenciada por varios factores, entre ellos, la inclusión de otros deportes como el cricket, flag football, lacrosse, squash y béisbol-softball. Estas disciplinas, más tradicionales y populares en la región de América del Norte, han desplazado al breaking, lo que ha generado críticas sobre la capacidad del COI para adaptarse a las nuevas tendencias deportivas y culturales.

La exclusión del breaking ha dejado una profunda huella en los atletas que han dedicado años a perfeccionar su arte y que vieron en los Juegos Olímpicos una plataforma para mostrar su talento al mundo. Entre ellos, destaca la australiana Rachael Gunn, conocida como "Raygun", quien a pesar de no haber conseguido medallas en París 2024, se convirtió en una figura destacada por su estilo único y su defensa apasionada del breaking como una forma de expresión artística.

Gunn, quien también es profesora universitaria y posee un doctorado en Estudios Culturales, ha utilizado su plataforma para defender el breaking contra las críticas y para abogar por un mayor reconocimiento de la danza en el ámbito deportivo. Su participación en los Juegos Olímpicos ha sido un recordatorio de que el breaking es más que un deporte; es una cultura, un estilo de vida y una forma de arte que trasciende fronteras.

A pesar de su exclusión de Los Ángeles 2028, el futuro del breaking sigue siendo prometedor. La comunidad global del breaking continúa creciendo y su influencia en la cultura popular es innegable. Competencias internacionales como el Campeonato Mundial de Breaking seguirán siendo el escenario donde los mejores B-Boys y B-Girls del mundo se enfrenten, manteniendo vivo el espíritu competitivo y la creatividad que caracteriza a este deporte.

El breaking ha demostrado en París 2024 que es capaz de capturar la atención del mundo, y aunque su paso por los Juegos Olímpicos ha sido breve, su impacto perdurará en la memoria de aquellos que lo han vivido y apreciado. La historia del breaking en los Juegos Olímpicos es un recordatorio de que la cultura y el deporte pueden unirse para crear momentos inolvidables, incluso si esos momentos son fugaces.