Descubriendo la laguna perdida del Popocatépetl: Un viaje a las profundidades de un volcán
En las entrañas del imponente volcán Popocatépetl, una maravilla natural de México, se escondía un secreto poco conocido: una laguna azul turquesa que cautivó la imaginación de exploradores y científicos.
El origen de un lago en el cráter
Después de una erupción en 1927, el Popocatépetl entró en un período de reposo, dando lugar a la formación de esta laguna dentro de su cráter principal. Las aguas cristalinas se acumularon, creando un ecosistema único en las alturas.
Expediciones submarinas de altura
La existencia de la laguna atrajo a intrépidos buceadores, ansiosos por explorar sus profundidades. En 1983, el alemán Roger Balrauch realizó el primer buceo registrado, seguido por el mexicano Fernando Lozano en 1984, quien estableció un récord nacional de 18 minutos y 23 segundos.
En los años siguientes, otros buzos se sumergieron en las aguas del cráter, desafiando la altitud y las condiciones extremas. Ernesto Mendoza Romero, del Socorro Alpino de México, registró 40 minutos de buceo en 1987, mientras que Ignacio Gómez Rojas, de la Cruz Roja, estableció el récord de 98 minutos en 1988.
El fin de la laguna
A mediados de 1994, el Popocatépetl reanudó su actividad, lo que provocó sismos, erupciones y la expulsión de ceniza. En diciembre de ese año, la laguna se extinguió, dejando solo recuerdos y fotografías de su belleza pasada.
Legado del cráter
Aunque la laguna ya no existe, el cráter del Popocatépetl sigue siendo un lugar de fascinación y estudio. El Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) instaló estaciones de monitoreo para vigilar la actividad del volcán y garantizar la seguridad de las comunidades cercanas.
"El volcán Popocatépetl es un testimonio del poder y la fragilidad de la naturaleza. La laguna que alguna vez existió en su cráter es un recordatorio de las maravillas ocultas que pueden existir en los lugares más inesperados." - Hugo Delgado Granados, Universidad Nacional Autónoma de México