La pasión por los patines de vela renace en Barcelona

Con la llegada de la 37ª Copa América, el entusiasmo por los patines de vela ha resurgido en Barcelona. Estas embarcaciones tradicionales, que han formado parte del paisaje de la ciudad durante décadas, están atrayendo a nuevos aficionados gracias a su sencillez, su contacto directo con el mar y su espíritu deportivo.

El renacer de una tradición

El Club Patí Vela Barcelona (CPVB) es el epicentro de este renovado interés por los patines de vela. Fundado en 2022, el club cuenta ya con 120 patines y 300 socios, lo que lo convierte en el club de patín a vela más importante de Cataluña y, probablemente, del mundo.

Bajo la dirección de Rafel Figuerola, un apasionado del patín catalán, el CPVB ha logrado que el Ayuntamiento prorrogue la concesión del club y su taller de construcción de patines por 8 años más, con derecho a otros 2 adicionales.

Un impulso para la vela ligera

La inclusión de los patines catalanes en la Copa América ha supuesto un gran impulso para la vela ligera en Barcelona. La regata, que se celebrará en septiembre de 2024, contará con una gran exhibición de patines de vela, lo que permitirá mostrar al mundo el vínculo de la ciudad con el mar y su tradición náutica.

Para Rafel Figuerola, los patines de vela son más que unas simples embarcaciones: "Son una ventana al mundo, una forma de conectar con el mar y de disfrutar de la naturaleza".

Características únicas

Los patines de vela destacan por su ligereza, su simplicidad y su contacto físico con el agua. A diferencia de otras embarcaciones de vela ligera, los patines no tienen timón ni orza, lo que requiere una gran habilidad por parte del patrón para maniobrar.

Esta dificultad técnica es uno de los atractivos de los patines de vela, ya que permite a los navegantes experimentar sensaciones únicas y disfrutar de una navegación más instintiva y visceral.

Una comunidad apasionada

Los patrones de patines de vela forman una comunidad muy unida, con un espíritu deportivo y un gran respeto por el mar. Esta pasión compartida se transmite de generación en generación, y cada vez son más los jóvenes que se sienten atraídos por este deporte.

Para Rafel Figuerola, "los patinistas somos una raza diferente, una comunidad con un pedigrí propio".

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