Soldados mexicanos desafían las alturas en entrenamiento de alta montaña
En un exigente despliegue de resistencia y preparación, un grupo de soldados del Ejército mexicano está demostrando su capacidad para operar en condiciones extremas. Actualmente, los fusileros paracaidistas se encuentran conquistando el Pico de Orizaba, también conocido como Citlaltépetl, como parte de su Curso de Operaciones de Alta Montaña y Búsqueda y Rescate.
Según informes de Milenio Diario, estos soldados ya han acumulado experiencia escalando volcanes y soportando temperaturas bajo cero. «Estos soldados ya han escalado volcanes y resistido temperaturas bajo cero. Han enfrentado el mal de montaña, la hipotermia y aprendido cómo atenderlos», señala el medio.

Ascenso al Citlaltépetl: Un desafío integral
La ascensión al Citlaltépetl no es solo una prueba física, sino también mental y emocional. Los soldados están enfrentando desafíos como el mal de montaña y la hipotermia, además de dominar técnicas de descenso vertical y supervivencia esenciales para sus misiones en entornos montañosos.
Antes de enfrentarse al Pico de Orizaba, el equipo ya había superado el Nevado de Toluca, el Ajusco y el Iztaccíhuatl. Ahora, se encuentran ante la cumbre más alta de México, un desafío que exige unidad, disciplina y un profundo espíritu de cuerpo. Como resalta el instructor, «Todos subimos, todos bajamos», un mantra que guía cada uno de sus pasos.

Preparación y equipo para la misión
Desde las tres de la mañana, «Los Chutes», como se les conoce, se preparan con equipo alpino especializado, que incluye crampones, piolets y mochilas cargadas con material de emergencia. Además, cada soldado está equipado con su FX-05 Xiuhcóatl, cuerdas, camillas portátiles y otros implementos necesarios para responder a cualquier contingencia.
Un ascenso lleno de simbolismo
El ascenso está marcado por hitos significativos. Uno de ellos es una cruz solitaria con un epitafio que recuerda a quienes perdieron la vida en la montaña en 1959. Este lugar se convierte en un momento de reflexión, donde los soldados ofrecen una plegaria: «Dame la sabiduría para que con todos mis actos dignifique a mi familia, a mi patria y a mis compañeros».
El camino también los lleva por un antiguo canal de piedra, vestigio de obras fallidas y parte de la leyenda de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada. Este paisaje, conocido como Tlachinoltépetl, el cerro quemado, añade una dimensión histórica y cultural al desafío.
Superando obstáculos físicos y mentales
A medida que avanzan, el frío intenso y la falta de oxígeno complican el ascenso. Un sendero de grava inclinado y un riachuelo congelado exigen precisión y trabajo en equipo. Al llegar a «Los Nidos», un punto estratégico sobre las nubes, la vista del Altiplano Central Mexicano les recuerda la proximidad de la meta, a pesar del cansancio acumulado.
La mente juega un papel crucial en la recta final. Luis Eduardo Santacruz, Cabo de Zapadores del Batallón de Atención de Emergencias, comenta: «En lo personal, llega un momento en el glaciar en el que sientes que ya estás cerca, que vas a llegar… pero empieza a jugar tu mente. No llegas y no llegas, y me entró un poco de ansiedad de no poder lograrlo. Pero al final, todos llegamos, hicimos nuestros esfuerzos, y fue una satisfacción enorme».
Cumbre alcanzada: Triunfo y compromiso
Tras superar el glaciar, los soldados alcanzan la cima, donde el frío, la nieve y la neblina son testigos de su triunfo. Para Cassandra Torres, soldado policía militar, esta experiencia trasciende lo físico: «siempre piensen en las personas por quienes lo están haciendo. Es un logro muy personal y, como mujer, mucho más».
El sargento Juan Carlos de la Cruz Rodríguez enfatiza la importancia de los desafíos: «los retos nos hacen más fuertes. Aquí estamos, conviviendo, sonriendo, tristes, pero la moral no decae».
Rescate en Barranca: «Si algo falla, el problema no será uno, serán dos»
Además del ascenso, los soldados participaron en un simulacro de rescate en una barranca profunda. Utilizando un sistema Vortex, demostraron su habilidad para extraer a un herido en condiciones extremas. El sargento instructor Boogaard Flores subraya la importancia del trabajo en equipo y la precisión: «Si algo falla, el problema no será uno, serán dos» (Milenio Diario).
Este entrenamiento integral reafirma el compromiso de los soldados con la protección y el servicio a su nación, preparándolos para enfrentar cualquier desafío en cualquier terreno.