En un contexto económico desafiante, la inflación en Argentina continúa siendo uno de los principales temas de preocupación para el gobierno y la ciudadanía. En julio de 2024, la inflación a nivel nacional se desaceleró y alcanzó un 4%, la cifra más baja registrada en lo que va del año, según datos oficiales publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Este descenso, aunque esperado por el sector privado y las proyecciones del gobierno, representa un alivio temporal en medio de una economía que sigue enfrentando fuertes presiones inflacionarias.

El dato de julio confirma una tendencia descendente que se había observado en los últimos meses, interrumpida solo por el aumento de junio, cuando la inflación se ubicó en un 4,6%. Este repunte de junio se debió principalmente a los ajustes en tarifas de electricidad y gas, así como a la suba de alquileres, lo que hizo que la categoría de Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles experimentara un aumento del 14,3%. En julio, sin embargo, la inflación logró moderarse gracias a la postergación de algunos ajustes tarifarios y a un menor impacto de los precios regulados en comparación con meses anteriores.

En particular, la división de Restaurantes y hoteles fue la que más aumentó en julio, con un 6,5%, seguida de Bebidas alcohólicas y tabaco, que subió un 6,1% debido al incremento en los precios de los cigarrillos. A nivel regional, la mayor incidencia se observó en la región Noreste, donde los incrementos en Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles fueron más pronunciados, alcanzando un 6,0%. En contraste, las divisiones que registraron las menores variaciones fueron Prendas de vestir y calzado (1,6%) y Transporte (2,6%).

Uno de los aspectos más destacados en el informe de julio fue el comportamiento de los precios de los alimentos. Aunque la categoría de Alimentos y bebidas no alcohólicas experimentó un aumento moderado del 3,2%, algunos productos registraron subas significativas. Entre ellos, se destacan la cebolla con un incremento del 57,1%, la papa con un 28,8%, y la banana con un 24,5%. Estos aumentos, aunque altos, no fueron suficientes para revertir la tendencia general a la baja de la inflación en el mes.

El sector alimentario sigue siendo uno de los más volátiles en cuanto a precios, influenciado por factores estacionales y climáticos que afectan la producción y distribución de ciertos productos. Sin embargo, la desaceleración en otros rubros de la economía logró contrarrestar el impacto de estos aumentos.

A pesar de la baja en julio, las perspectivas para agosto no son tan alentadoras. Según economistas como Lautaro Moschet, de la Fundación Libertad y Progreso, es probable que la inflación vuelva a subir debido a los aumentos en precios regulados que se esperan para este mes. "El dato de agosto será más alto debido a los aumentos de regulados", afirmó Moschet, señalando que las primeras semanas de agosto ya mostraron un leve rebote en comparación con julio.

Otro factor a considerar es el impacto del tipo de cambio. La depreciación del peso argentino en los últimos meses ha ejercido presión sobre los precios de los bienes importados, lo que podría reflejarse en un aumento de la inflación en agosto y septiembre. Sin embargo, se espera que la reducción del 10% en el impuesto PAIS sobre bienes importados, prevista para septiembre, pueda mitigar en parte este efecto y contribuir a una nueva baja en la inflación hacia el final del tercer trimestre.

El gobierno de Javier Milei, que asumió el poder en un contexto económico complicado, ha puesto gran énfasis en la necesidad de controlar la inflación como un paso crucial para estabilizar la economía. A pesar de los desafíos, el ministro de Economía, Luis Caputo, ha expresado confianza en que la economía argentina está comenzando a mostrar signos de recuperación. "Lo más difícil ya se hizo y hoy tenemos superávit fiscal, cuasi fiscal y energético, y hay créditos hipotecarios", declaró Caputo en un reciente encuentro con agentes del mercado.

No obstante, los analistas advierten que la estabilidad a largo plazo dependerá de la capacidad del gobierno para mantener el control de la inflación y evitar nuevos picos que puedan desestabilizar la economía. La situación sigue siendo delicada, con la inflación interanual aún por encima del 260% y una acumulada en lo que va del año que supera el 87%. Estos números subrayan la magnitud del desafío que enfrenta el gobierno para lograr una recuperación económica sostenida.