Persiste el auge bursátil a pesar del crecimiento moderado
Las valoraciones bursátiles son relativamente altas, pero los inversores descartan la formación de una burbuja
Las previsiones económicas mundiales sugieren que el crecimiento se mantendrá en un 3,2% en 2024 y 2025, por debajo de la media histórica de los últimos 50 años. No obstante, las economías avanzadas muestran un avance desigual del PIB: EE. UU. crecería un 2,8% en 2024 y un 2,2% en 2025, frente al 0,8% y el 1,2% de la zona euro.
A pesar de la debilidad del crecimiento, los índices bursátiles alcanzan máximos históricos en medio de la reducción de tipos de interés y la expectación por los resultados empresariales. En EE. UU., las ganancias priman sobre la política, y en lo que va de año el S&P 500 ha avanzado un 22,35%, el Nasdaq un 21,95% y el Dow Jones un 12,17%. En Europa, el Eurostoxx50 sube un 9,43% y el FTSE 100 un 6,29%, mientras que el Ibex 35 y el Dax 40 crecen por encima del 16%. El CAC 40 se desmarca con un ligero descenso del -0,43%. En Japón, el Nikkei 225 ha alcanzado el nivel de 38.882 puntos, su máximo anual desde 1989.
El mercado anticipa un aterrizaje suave, desestimando una inminente recesión en EE. UU. Este optimismo se sustenta en datos recientes que indican una fortaleza sostenida del consumo, aunque el mercado laboral se debilita gradualmente.
En los mercados de renta fija, destaca la fuerte subida de las rentabilidades de los bonos en EE. UU. tras la rebaja de 50 puntos básicos (pb) de los tipos a corto plazo en septiembre por parte de la Reserva Federal (Fed). Dos factores impulsan este incremento, acrecentando los temores de inflación: datos macroeconómicos positivos y la mejora de las encuestas de Trump, con una política arancelaria proteccionista. En cuanto al BCE, el mercado espera una continuidad en la bajada de tipos, incluso acelerada. Sin embargo, este optimismo puede ser excesivo, ya que una ralentización de la Fed y una mayor apreciación del dólar limitarían la capacidad de actuación del BCE.
Tras la rebaja de tipos del BCE, el mercado de deuda muestra una diferencia significativa entre la rentabilidad del bono estadounidense y el alemán de 199 pb, lo que sugiere que el mercado interpreta la reducción de tipos de la Fed en noviembre como menos agresiva que la europea. Se espera un recorte de 25 pb, frente a las expectativas previas de 50 pb. Esta diferencia de rentabilidad influye en la relación entre el euro y el dólar.
Las valoraciones bursátiles son relativamente altas, y los inversores muestran optimismo generalizado. El término burbuja no se menciona, sino un escenario de crecimiento moderado con una política monetaria que ha respondido a las necesidades del mercado y ha controlado la inflación. Los analistas coinciden en un ciclo económico extendido, con diferencias por países y sectores, aunque con volatilidad. Los inversores se cuestionan si la cotización de las acciones se ajusta a los niveles de beneficio esperados, lo que pone de relieve la importancia de seguir de cerca los resultados empresariales. De hecho, se prevé un aumento del 11% en las ganancias del S&P 500 en 2024.
El mayor dinamismo de la economía estadounidense y el peso de las empresas tecnológicas, ausentes en Europa, favorecen la evolución de los índices bursátiles en EE. UU. La relación precio-beneficio (PER) del S&P 500 se sitúa en 25,8 veces, un 50% por encima de la media histórica y ligeramente superior a su promedio de 10 años. A pesar de las recientes subidas, los PER de las bolsas europeas no alcanzan los 20 niveles, y el Ibex 35, muy influenciado por el peso de la banca (con un PER reducido), es el más económico aparentemente, con un múltiplo de 14 veces.
Ante este panorama positivo, conviene analizar los posibles riesgos. Los riesgos geopolíticos (Israel, Irán, Oriente Próximo, Rusia, relaciones entre EE. UU. y China...) no se valoran en el mercado, y estos riesgos pueden materializarse en cualquier momento, lo que dificulta la reacción cuando aparecen.