La convivencia en el seno del Banco de España se ha visto sacudida por una serie de tensiones que han saltado a los titulares. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, solicitó a Judith Arnal, consejera del banco nombrada por Nadia Calviño, que abandonara su puesto para cederlo a otra persona. Arnal se negó, amparándose en la ley de autonomía del Banco de España, y solicitó el respaldo del gobernador, José Luis Escrivá. Este último mostró su apoyo a Arnal, lo que ha sido interpretado en su entorno como una muestra de independencia tras las dudas surgidas por su salto al organismo desde el Gobierno.
Tensiones internas y politización
Pese a su blindaje legal frente a injerencias políticas, la sombra de la politización vuelve a cernirse sobre el Banco de España. Los hechos reflejan tensiones entre el ministro y el gobernador, y Cuerpo ya ha colocado a una persona de su confianza, Lucía Rodríguez, en el consejo de la institución. Según algunas fuentes, la petición del ministro podría estar motivada por compromisos con socios de gobierno, como la promesa a Sumar de nombrar consejero al profesor Santiago Lago.
Reorganización y dudas sobre el futuro
Desde la llegada de Escrivá al Banco de España, los dimes y diretes se han sucedido. Una de las primeras polémicas fue el enfrentamiento con el consejero Fernando Fernández, nombrado a instancias del PP. Tras intentar establecer buenas relaciones con él, ofreciéndole incluso la dirección de un comité de reforma, los planes de Escrivá para reorganizar departamentos provocaron un choque. Fernández, si bien reconoció el derecho del gobernador a realizar cambios, defendió la necesidad de diálogo previo para una mayor eficiencia. El rechazo de Fernández al encargo de dirigir el comité de reforma, tras haberlo aceptado inicialmente, puso el foco mediático sobre esta cuestión.
La reorganización ha afectado especialmente al servicio de estudios, cuyos informes han incomodado en ocasiones al Gobierno. Escrivá ha reducido el número de efectivos del departamento en cerca de 200 trabajadores, retirándole áreas como estadísticas o relaciones con organismos internacionales. Se contempla una reestructuración del departamento restante, lo que ha generado dudas entre los trabajadores sobre la capacidad del banco para mantener su papel crítico.
Incoherencias en el discurso de Escrivá
Las declaraciones de Escrivá sobre pensiones también han suscitado preocupación. En una entrevista, destacó la cláusula de cierre que garantiza la sostenibilidad del sistema, un punto de discrepancia con sus opiniones previas como ministro. En sus últimos informes anuales, el banco ha señalado la necesidad de medidas adicionales a partir de 2025, en contraste con la visión más optimista de Escrivá cuando estaba al frente de la Seguridad Social.
También se han generado dudas sobre la postura del banco respecto al impuesto a la banca. Si bien el BCE emitió un informe negativo sobre este tributo cuando se aprobó, Escrivá lo criticó duramente como ministro. El posible carácter permanente del impuesto podría obligar al BCE a emitir un nuevo informe, poniendo de relieve posibles incoherencias en el discurso de Escrivá.