El impuesto sobre el Patrimonio no es equitativo ni progresivo
El impuesto sobre el Patrimonio es un gravamen que se aplica sobre el valor de los bienes y derechos de una persona. En España, este impuesto está regulado por la Ley 19/1991, de 6 de junio, del Impuesto sobre el Patrimonio. Este tributo grava el patrimonio neto de las personas físicas, es decir, la diferencia entre el valor de sus bienes y derechos y el de sus deudas y cargas.
El tipo de gravamen del Impuesto sobre el Patrimonio es progresivo, lo que significa que cuanto mayor es el patrimonio de una persona, mayor es el porcentaje de impuesto que debe pagar. Sin embargo, este impuesto presenta una serie de regresividades que hacen que no sea equitativo.
Regresividades del Impuesto sobre el Patrimonio
Una de las principales regresividades del Impuesto sobre el Patrimonio es que permite a los grandes patrimonios eludir el pago del impuesto. Esto se debe a que la ley establece una serie de exenciones y bonificaciones que benefician a las personas con mayor patrimonio.
Otra regresividad del Impuesto sobre el Patrimonio es que establece un límite máximo a la cuota del impuesto que se puede pagar. Este límite es el 60% de la base imponible del impuesto, lo que significa que las personas con mayores patrimonios pagan un porcentaje menor de impuesto que las personas con menores patrimonios.
Estas regresividades hacen que el Impuesto sobre el Patrimonio no sea un impuesto equitativo. Es necesario reformar este impuesto para hacerlo más justo y progresivo.
Una propuesta de reforma
Una posible reforma del Impuesto sobre el Patrimonio sería eliminar las exenciones y bonificaciones que benefician a las personas con mayor patrimonio. Además, se podría aumentar el límite máximo a la cuota del impuesto para que las personas con mayores patrimonios paguen un porcentaje mayor de impuesto.
Estas reformas harían que el Impuesto sobre el Patrimonio fuera más equitativo y progresivo, y contribuirían a reducir la desigualdad económica en España.