En medio de la exuberante selva de Yucatán, a tan solo 20 minutos de la vibrante ciudad de Mérida, se esconde un tesoro ultrasecreto: la Hacienda Katanchel, propiedad del quinto hombre más rico del mundo, Bernard Arnault.
Esta antigua hacienda del siglo XVII, situada en el municipio de Tixkokob, ha sido cuidadosamente restaurada y convertida en un opulento hotel de 35 suites, que promete sumergir a sus exigentes huéspedes en el lujo y el confort.
Un refugio exclusivo para la élite
El encanto de Katanchel reside en su discreción. Su entrada está custodiada por guardias que velan por la privacidad de sus ilustres visitantes, a quienes se les prohíbe estrictamente el acceso sin cita previa.
Los afortunados que consigan superar las barreras de seguridad se encontrarán con un oasis de tranquilidad, donde el tiempo parece haberse detenido. Los caminos blancos bordeados de piedra caliza conducen a imponentes edificios coloniales pintados en un elegante tono rojo oscuro, adornados con detalles en madera azul.
En el interior, el lujo se manifiesta en cada detalle, desde las sábanas de 600 hilos hasta los cubiertos antiguos estilo Sheffield. Las piscinas privadas en el interior de las suites ofrecen un refugio refrescante, mientras que las duchas de mármol y los suntuosos baños invitan a la relajación.
Un patrimonio histórico y cultural
Katanchel no es solo un hotel de lujo, sino también un valioso patrimonio histórico y cultural. Sus orígenes se remontan a los tiempos de las haciendas henequeneras, y aún conserva vestigios de su pasado agrícola, como los molinos de viento y las antiguas vías férreas.
La hacienda también alberga una ruina maya que se cree que fue un observatorio astronómico, testimonio de la rica historia de la región. Además, cuenta con una reserva natural de 10.000 hectáreas, que ofrece un santuario para la flora y fauna locales.
Un boom de inversiones en Yucatán
La adquisición de Katanchel por parte de Bernard Arnault es un claro indicio del creciente atractivo de Yucatán como destino de inversión. El estado cuenta actualmente con el tercer lugar en captación de inversión extranjera directa en México, lo que ha generado un auge en el desarrollo de proyectos turísticos de alta gama.
Este boom económico ha impulsado la demanda de propiedades, y poseer un terreno cerca de la opulenta hacienda de Arnault se ha convertido en un símbolo de estatus, comparable a ganar la lotería.