El aliado de los directivos para lograr la felicidad

Ricardo Sunderland, socio de la firma de cazatalentos Egon Zehnder, defiende que los líderes tomen conciencia del poder de su energía y dejen de lado su doble faceta.

A sus 54 años, Ricardo Sunderland se ha convertido en confidente de más de 250 consejeros delegados y directores generales de grandes empresas de diversos sectores y países desde su puesto como socio de Egon Zehnder. Tras una larga trayectoria en el mundo de la banca, este mexicano afincado en Estados Unidos asegura que es en su trabajo actual donde ha encontrado su verdadera vocación.

Y es que, según Sunderland, los altos ejecutivos viven una doble vida: por un lado, intentan ser guerreros invencibles en el trabajo y, por otro, personas sensibles en casa. Vivir esta doble vida es prácticamente imposible y les perjudica, ya que desaprovechan su energía.

Por ejemplo, creen que mostrar su vulnerabilidad en la oficina es una debilidad o que llevar los problemas de casa al trabajo o viceversa es un error. Nada más lejos de la realidad.

"Los líderes actuales son muy buenos pensando y haciendo, pero para ser más humanos necesitan integrar los sentimientos. Cuando logran incorporar la energía mental y física, la emocional y la espiritual, alcanzan la coherencia y se integran como seres humanos completos. De lo contrario, son solo mitad humanos", sostiene Sunderland, acostumbrado a ver a altos directivos "prisioneros de su jaula de oro".

Las claves para optimizar la energía y ser más humano

La clave para que los altos cargos optimicen su energía y se vuelvan más humanos es tomar conciencia de cómo fluye su energía. Para ello, deben aprender a sentirla en su cuerpo. Ahora bien, se trata de "personas que a lo largo de 30 años se han entrenado durante 10 o 12 horas diarias para no sentir, y eso ha adormecido su cuerpo. Se enorgullecen de la coraza de elefante que han ido creando".

Conforme van aprendiendo a sentir en su cuerpo el enfado, la tristeza, la culpa, la vergüenza..., van aprendiendo a seguir su energía, que no se rige por el pensamiento. Sunderland utiliza muchos ejercicios de respiración para conseguirlo.

La segunda clave es que aprendan a quererse a sí mismos al 100 %, cerrando la brecha emocional que suelen tener, lo que les proporciona un mayor nivel de confianza y los hace menos controladores y perfeccionistas.

La tercera palanca es conseguir la claridad mental que permite que los pensamientos fluyan. Y la cuarta: tener una relación afectiva con los seres queridos, un equilibrio entre el dar y el recibir.

El equilibrio entre éxito y felicidad

Los superpoderes de los directivos tienen una luz y una sombra. La sombra principal es su miedo a decepcionar a la gente o a ser rechazados. El miedo al fracaso es un síntoma de este miedo y lo reconocen nueve de cada diez consejeros delegados, señala Sunderland. Porque los directivos, como cualquier ser humano, son inseguros.

La energía fluye o se atasca en nuestro cuerpo.

Según Sunderland, "cuando logran entender que el tiempo es un recurso limitado, mientras que la energía no, se centran en administrar su energía en lugar de su tiempo y están más en paz consigo mismos y con los demás".

Para este experto, el buen consejero delegado del siglo XXI debe contar con los siguientes ingredientes: necesita aprender a optimizar su energía en lugar de su tiempo; aceptar su vulnerabilidad como fortaleza e integrar su emocionalidad como parte esencial de su capacidad creativa, estratégica y de toma de decisiones. Un líder así logra generar seguridad psicológica en los equipos de trabajo y tomará las mejores decisiones.

También necesita una enorme curiosidad para mantenerse en el puesto y ser muy adaptable. Para lo cual debe conocerse a sí mismo y saber qué le aporta y le resta energía.