Las costuras del tejido industrial europeo se tensan
El grupo Volkswagen plantea, por primera vez en su historia, cerrar plantas en Alemania, su cuna y símbolo industrial del Viejo Continente. La automovilística acusa serios problemas de rentabilidad y una baja actividad de sus fábricas debido a una demanda que nunca volvió a ser la misma tras el estallido de la pandemia. Para muestra un botón, Alemania cerró 2023 con poco más de 2,8 millones de ventas de coches nuevos frente a los más de 3,6 millones que había registrado en 2019, según datos de OICA, la organización internacional de fabricantes automovilísticos.
Caída de la demanda y aumento de la competencia
A la caída de la demanda de coches en Europa, a Volkswagen se le suma que debe repartirse la tarta con un mayor número de comensales que antes por la llegada de nuevos fabricantes, sobre todo provenientes de China, que cuentan con menores costes y mejor tecnología. En este punto, VW hizo una apuesta fuerte en junio al invertir 5.000 millones en la creación de una empresa conjunta con la estadounidense Rivian, una operación que le da acceso al software de este fabricante de vehículos eléctricos.
Enfrentamientos con los sindicatos
Tras el anuncio de Volkswagen, los sindicatos alemanes, que tienen peso en el consejo de supervisión del fabricante, se pusieron en marcha y movilizaron a 25.000 trabajadores de la compañía que se presentaron el miércoles en la sede del grupo en Wolfsburgo, para ver con sus propios ojos a los miembros del consejo de administración explicar los planes de recorte. Les dedicaron varios minutos de silbidos, abucheos y gritos de “¡Somos Volkswagen, vosotros no lo sois!” antes de que empezara la reunión, que las cámaras no pudieron grabar.
Medidas de los gobiernos
La luz de alarma encendida por Volkswagen ha estremecido al Gobierno de Olaf Scholz, que vive un delicado momento por el auge de la extrema derecha y la ralentización económica. Como primera respuesta a la crisis de Volkswagen, el Gobierno alemán anunció el miércoles un paquete de incentivos a la compra de vehículos eléctricos para el periodo 2024-2028, por el que las empresas podrán deducirse el 40% del valor de los coches eléctricos durante el año de la compra, cifra que se irá reduciendo progresivamente hasta el 6%.
En el caso de Volkswagen, el Estado de Baja Sajonia posee un 20% de los títulos de la alemana, por lo que podría seguir el camino de Francia y presionar para evitar cierres.
Italia también vive momentos difíciles, ya que allí el grupo Stellantis (su principal accionista es la familia Agnelli y posee históricas marcas italianas como Fiat o Alfa Romeo), la segunda mayor automovilística europea, está reduciendo su huella industrial y llevándose modelos a otros países con menores costes.
Los aranceles a los vehículos eléctricos chinos
Estos planes de algunos países europeos (España, entre ellos) de tratar de seducir a marcas chinas para que produzcan en sus territorios cobra más sentido aún tras la imposición de aranceles extra por parte de la Unión Europea a los vehículos eléctricos provenientes de China. La medida, surgida a raíz de una investigación lanzada por la Comisión Europea en octubre del año pasado espoleada por países como Francia (excluyó de las ayudas a la compra a las marcas chinas), se ha terminado transformando en un bumerán que ha golpeado a sus propios fabricantes.
Impacto en España
La tensa relación con Stellantis llevó a Meloni a buscar nuevos fabricantes como las chinas Chery o Dongfeng para que produzcan en el país. En el caso de Dongfeng, sí parece que habrá buenas noticias para Italia ya que las negociaciones entre el Gobierno y la automovilística se encuentran en un estado avanzado, recoge Reuters.