El BCE desaprovecha dos oportunidades para suavizar su política monetaria
El Banco Central Europeo (BCE) ha desaprovechado dos grandes ocasiones para suavizar su política monetaria restrictiva a tiempo e impedir el estancamiento de la eurozona. De esta forma, se convierte en corresponsable de su crecimiento raquítico y de que el aterrizaje a tipos digeribles no sea tan suave como predica.
Primera ocasión perdida: septiembre de 2022
En septiembre de 2022, la inflación general se había reducido a la mitad desde enero de ese mismo año (8,6% a 4,3%). Este era un momento clave para reformular la estrategia monetaria, pero el BCE decidió, por última vez, subir los tipos de interés. Esta decisión se tomó a pesar de las contundentes (y discretas) alertas de sus miembros más moderados, que veían cómo el crecimiento económico se resentía.
Segunda ocasión perdida: junio de 2023
Incluso admitiendo que las subidas de tipos de 2022 hubieran estado justificadas, el BCE mantuvo los tipos altos durante casi nueve meses más, tras haberlos endurecido sin cesar durante quince. Esta dureza empeoró la situación, provocando una recesión en Alemania y un estado de astenia en la eurozona.
Causas del error del BCE
El BCE no anticipó el descenso de la inflación porque leyó mal sus propias cifras, presa de los prejuicios de los "halcones" dentro de la organización. Se centró en la inflación subyacente, las expectativas y los salarios, sin prestar suficiente atención al componente básico: la energía.
Consecuencias del error del BCE
El error del BCE ha tenido graves consecuencias para la eurozona. El crecimiento económico se ha estancado, la inflación amenaza con convertirse en deflación y el BCE se queja ahora de "las recientes sorpresas a la baja en los indicadores de actividad".
El BCE debe aprender de sus errores y adoptar un enfoque más flexible en el futuro. Debe estar preparado para suavizar su política monetaria cuando sea necesario y evitar endurecerla demasiado cuando la economía se esté desacelerando.