España flexibilizará su ajuste fiscal al no actualizar el IRPF con la inflación
La Comisión Europea tendrá en cuenta el efecto de no deflactar el impuesto de la renta a la hora de comprobar si se cumple con el plan fiscal
El Gobierno tiene que enviar a Bruselas en fechas próximas el plan fiscal para bajar la deuda pública a medio y largo plazo.
Los países tienen que remitir una senda presupuestaria en la que los gastos aumentan cada año un porcentaje limitado, que permita esa reducción paulatina del endeudamiento en relación al PIB.
La lógica es que los gastos crezcan, pero que lo hagan menos que los ingresos, y de esta forma se produzca poco a poco un ahorro o ajuste que disminuya la deuda.
Pero aun así, el Ejecutivo tiene que presentar medidas que garanticen esa trayectoria de contención del gasto.
Si bien la Comisión Europea acepta que estas solo tengan que detallarse cada año con el presupuesto que se aprueba.
Y el Gobierno siempre puede ofrecer también medidas de ingresos para dar algo más de margen al gasto, de modo que no haya que restringirlo tanto.
Máxime cuando partidas como las pensiones o la sanidad van a dejar poco espacio para elevar nada más.
El cálculo que hacen el Banco de España o la Autoridad Fiscal es que hace falta un ajuste anual del entorno del 0,5% del PIB durante siete años, unos 7.500 millones al año.
Bastaría con subir el gasto un punto menos de lo que crezca el PIB nominal y la recaudación.
Eso dejaría el endeudamiento en un camino descendente.
No obstante, según fuentes conocedoras de las negociaciones, la Comisión ha aceptado que se tengan en cuenta los ingresos generados por no actualizar el IRPF con la inflación como una medida a posteriori para comprobar si el Gobierno se ha ceñido a la senda comprometida en el plan fiscal.
La estrategia del Ejecutivo español no recogerá esta medida, pero Bruselas la tendrá en cuenta cuando revise el cumplimiento.
¿En qué consiste no deflactar el IRPF?
El Impuesto de la Renta va por tramos, es decir, hasta los 12.440 euros de ingreso se aplica una retención del 19%.
A partir de esa cifra y hasta los 20.199 euros, el tipo retenido es del 24%.
Y así sucesivamente hasta el tramo que empieza en 300.000, en el que porcentaje es del 47%.
Lo que al final se paga, una vez tenido en cuenta mínimos exentos y deducciones, es el tipo medio efectivo, que en el IRPF se sitúa ahora cerca del 15% del ingreso declarado.
Estos tramos de renta podrían actualizarse con el IPC, subiéndolos para reflejar la pérdida de poder adquisitivo de las rentas conforme se erosionan por la inflación.
Pero normalmente no se hace.
Y ninguna ley recoge la obligación.
Esto provoca que con las subidas de sueldo que se dan para responder a la inflación cada vez se vayan tributando cantidades algo mayores porque más contribuyentes entran en los tramos donde hay tipos más altos.
No sube la capacidad económica real porque los precios se han comido parte o todo de las subidas de sueldos.
Pero en cambio sí que se tributa más.
El tipo medio efectivo, que es el porcentaje del salario que en realidad se paga, aumenta sin que haya una subida de los tipos.
Es la llamada progresividad en frío: el tipo efectivo del IRPF ha pasado del 12,8% en 2019 al 14,7% en 2023 y, según el Banco de España, llegará al 15,3% en 2025.
En un contexto de inflación alta, el supervisor señala que el 70% de esta subida del tipo efectivo se debe a la progresividad en frío.
Entre 2019 y 2023, se han ingresado unos 11.000 millones solo por este fenómeno.
Como explica Francisco de la Torre, inspector de Hacienda, las subidas de sueldos para mitigar la inflación suponen más ingresos para Hacienda si no se deflacta por tres razones.
Se tributa más porque se cobra algo más nominalmente aunque la inflación haya mermado la capacidad económica.
También se paga más con la inflación porque más parte de la renta va a tipos más elevados o salta de tipo.
Y se abona más porque tampoco se actualizan con los precios los mínimos exentos y deducciones.
“Aunque la capacidad económica real aumenta poco o incluso disminuye, el contribuyente paga más IRPF y eso es una subida de impuestos encubierta”, dice De la Torre.
Se trata de una medida que ya se implementa por defecto, pero que hace que los ingresos suban.
Y todavía más cuando hay periodos de inflación.
En pleno brote inflacionario, en lugar de deflactar a todos, el Gobierno decidió concentrar el alivio en una rebaja fiscal a las rentas por debajo de 21.000.
Hace años que no se deflacta la tarifa.
La última la hizo Pedro Solbes en 2008.
Según estimaciones del Banco de España, Hacienda podría recaudar al año cerca de 0,2 puntos de PIB por no actualizar.
Son 2.700 millones.
Y esta cifra rebajaría el esfuerzo anual que exige Bruselas de forma sensible.
Pero dependerá de la inflación que haya cada año.
En 2025 tendrá un impacto seguro por la fuerte deriva salarial al alza que arrastran los salarios.
Pero más adelante dependerá del comportamiento de las rentas.
El Gobierno presentó la no deflactación como una medida para cumplir con el compromiso de reforma fiscal vinculado a la obtención de fondos europeos.
Pero la Comisión no la ha aceptado.
La reforma fiscal es un objetivo del quinto desembolso, que el Ejecutivo debería pedir próximamente.
En cambio, Bruselas sí que ha dado el plácet para que la no actualización rebaje el esfuerzo de todos los planes fiscales.
Y abre así la puerta a que Francia e Italia, que presentan unas cuentas públicas en peor estado, también puedan aprovecharse de no deflactar.
La idea era que el ajuste que se estimaba para todos era exigente, y que así se podría aligerar algo.
Además, el Gobierno trata de moderar la consolidación fiscal por otras dos vías: una es cambiando las proyecciones de población.
La Comisión calcula un impacto importante en las cuentas públicas por el envejecimiento, ya que se espera que la jubilación del baby boom tense las cuentas públicas hacia finales de esta década y comienzos de la siguiente.
Pero el Gobierno trata de aminorar ese impacto estimado a la luz de los buenos datos de inmigración, tras recibir más de dos millones de inmigrantes en cinco años.
Por otra parte, el Ejecutivo defiende que ha aumentado el crecimiento potencial hasta el entorno del 2%, esgrimiendo los fuertes crecimientos registrados, el comportamiento positivo de la población, la fortaleza del sector exterior y un mix energético favorable.
Al aumentar el crecimiento, el margen para gastar cumpliendo también se amplía.
El Gobierno remitirá a Bruselas su plan fiscal el 15 de octubre.
Pero ese envío no incluirá el plan presupuestario anual.
En consecuencia, el plan fiscal a medio plazo recogerá el compromiso de limitar los aumentos de gasto, pero se esperará a que las medidas del 2025 se detallen más adelante en el plan presupuestario aún en el aire.
Cada año Hacienda podrá perfilar su estrategia poniendo medidas con las que cumplir con el camino pactado en el plan fiscal.