La Bolsa china ha sido testigo de una volatilidad significativa en las últimas semanas, con una subida del 11% seguida de una caída debido a la falta de nuevos estímulos fiscales.
Las autoridades chinas no anunciaron nuevas medidas de apoyo, lo que decepcionó a los inversores que esperaban un refuerzo de los planes de reactivación económica.
El índice de referencia CSI 300 subió un espectacular 11% en los primeros minutos de negociación tras una semana de cierre por vacaciones. Sin embargo, el optimismo se desvaneció rápidamente cuando la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (CNDR), el organismo de planificación económica de China, no anunció medidas fiscales en una conferencia de prensa.
Los inversores esperaban que el gobierno chino anunciara medidas de inversión pública para impulsar la economía, que se ha visto afectada por la crisis inmobiliaria y la baja confianza de los consumidores.
El mercado terminó con una subida del 5,93%, pero el índice Hang Seng de Hong Kong se desplomó un 8,5%. El volumen de negociación en las bolsas de Shanghái y Shenzhen alcanzó un nuevo máximo histórico, pero los analistas advierten que el mercado podría estar sobrecalentado debido a las medidas de estímulo del gobierno.
La economía china se enfrenta a una serie de retos, como la debilidad persistente del mercado inmobiliario, la baja confianza de los inversores y los desafíos estructurales.
El Banco Mundial ha pronosticado que el crecimiento económico de China se ralentizará hasta el 4,3% en 2023, aunque ha elevado sus estimaciones para 2022 al 4,8%. Los economistas creen que China necesita implementar medidas fiscales para apoyar la economía y evitar una recesión.