La devastación forestal en La Culebra deja tras de sí una insólita bonanza económica
Los camiones pesados transitan sin cesar por la sierra de la Culebra (Zamora), extrayendo madera de los pinos calcinados en los virulentos incendios de 2022. La tragedia medioambiental ha impulsado, de forma inesperada, una inyección económica en los municipios afectados, gracias a la venta de la madera quemada.
Un paisaje desolador, una oportunidad económica
La superficie abrasada, de más de 60.000 hectáreas, ha cambiado radicalmente el paisaje de la sierra. El verdor de los pinos ha dado paso a troncos negruzcos, talados por maquinaria pesada y apilados en volquetes. Las carreteras, antes silenciosas, ahora soportan el peso del tráfico pesado, deteriorando el asfalto y creando baches y gravilla.
Pero en medio de esta desolación, los pueblos de la comarca han encontrado una inesperada fuente de ingresos. La Junta de Castilla y León (PP-Vox) ha subastado los terrenos quemados, ofreciendo la extracción de la madera a cambio de un importe proporcional a los metros cúbicos aprovechables. Las cuatro subastas han generado unos 22 millones de euros.
Reparto de beneficios
El sistema de reparto establecido por la Consejería de Medio Ambiente destina el 30% de los ingresos a los montes de utilidad pública, que revertirán en el Fondo de Mejoras para la recuperación de la zona. El 70% restante se distribuirá entre los pueblos afectados. En los montes privados, los beneficios irán directamente a los propietarios.
Estos ingresos suponen un balón de oxígeno para los municipios, que anualmente obtenían entre 50.000 y 100.000 euros gracias a la venta de madera. Ahora, esta cifra se ha multiplicado, aunque será temporal, ya que en unos meses no quedará un tronco en pie.
Los ayuntamientos tienen ahora una inyección extra de dinero para su libre disposición, lo que ha generado comentarios entre la población sobre posibles gastos excesivos. Los consistorios de Tábara, Villardeciervos y Ferreras de Abajo obtendrán en torno a medio millón de euros de las sacas, según estimaciones de la Junta.
El turismo, otro beneficiado
Municipios como Tábara o Villardeciervos, cabezas comarcales, están experimentando un aumento de ocupación en sus alojamientos gracias a las decenas de obreros desplazados de lunes a viernes para trabajar en la extracción de madera. El hostal tabarés El Roble reparte sin descanso menús del día a sus clientes, cuyas botas dejan huellas de barro en las escaleras.
También se benefician las tiendas, gasolineras y colmados, aunque todos son conscientes de que esta bonanza tiene fecha de caducidad.
Una plaga amenaza la madera
La venta de madera depende también de la salud de los árboles, amenazada por una plaga de escolítidos, unos diminutos escarabajos que pueden matar a árboles centenarios. El insecto ha encontrado un festín en los bosques destruidos o debilitados, y su proliferación se ha visto favorecida por un invierno lluvioso pero suave, que ha impedido que mueran congelados.
José Ángel Arranz, director autonómico de Política Forestal, reconoce la sobrepoblación del invasor. La Junta ha colocado trampas en el bosque, pero las fuentes de los bomberos zamoranos critican la lentitud de Medio Ambiente para subastar las superficies y efectuar los cortes, un escenario idílico para los escolítidos.
Un futuro incierto
Más allá de las plagas y el trágico origen de esta actividad económica, el movimiento de dinero está dando un respiro a las finanzas del oeste zamorano, pero no oculta un futuro pesimista. Un trabajador de las empresas de tala y un bombero coinciden en una frase: "Nos daremos cuenta de lo que ha pasado en cinco años".
Julio Fernández, de Ecologistas en Acción de Zamora, subraya que las voraces plagas actuales se han visto favorecidas por los errores estratégicos de la Administración. El ecologista reclama un cambio en las políticas de gestión forestal, incluyendo más especies autóctonas resistentes al fuego.