Chery llega a España para revivir la planta de Nissan en Barcelona

La planta de Nissan vuelve a la vida

La antigua fábrica de Nissan en la Zona Franca de Barcelona, que ensambló su último vehículo en diciembre de 2021, ha reabierto sus puertas este viernes para recibir a la automovilística china Chery, que devolverá a la vida al mayor símbolo de la desindustrialización de Barcelona de las últimas décadas.

"Es una cooperación estratégica entre dos países. Promoveremos aún más la alta calidad de la industria automotriz española", ha dicho Zhang Guibing, vicepresidente de Chery International.

En la nueva fábrica, rebautizada como Ebro Factory —y que incluye también la planta de Montcada i Reixach dedicada a la estampación y soldadura de piezas metálicas— Chery comenzará su producción en el cuarto trimestre de este año, con la fabricación de unidades semiensambladas provenientes de China de su Omoda 5, tanto en sus versiones de combustión como eléctrica, para luego hacer el vehículo completo (como adelantó CincoDías la semana pasada), previsiblemente en 2025.

Ebro, la marca histórica, renace

Creación de empleo

Esta alianza espera contar con una plantilla de 1.250 empleados cuando esté completamente desarrollada, y es clave para recolocar a unos 606 antiguos empleados de Nissan que están en un período de formación y serán contratados en la nueva empresa conjunta. Además, se les ofrecerá entrar en la empresa a otros 300 trabajadores que están pendientes de recolocar, y a los que el D-Hub no pudo ofrecerles un puesto. Paralelamente, otros 100 fueron recolocados ya en Silence, el fabricante de motos eléctricas que también ocupa parte de las instalaciones.

La antigua fábrica de Nissan ha sido testigo de un largo y tortuoso proceso de reindustrialización, no exento de contratiempos y decepciones. En mayo de 2020, en plena pandemia, la compañía nipona anunció que cerraría la planta después de 40 años, poniendo en riesgo la continuidad de una actividad industrial que había empezado en estas parcelas de la Zona Franca en 1967, cuando Motor Ibérica se trasladó allí.

También quedaron en un limbo más de 3.200 trabajadores afectados por el cierre. A partir de ahí empezaron las negociaciones, con la participación de los sindicatos, el Ministerio de Industria, el Govern y el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona —que alquiló los terrenos a la empresa logística Goodman— para encontrar un proyecto industrial que diese continuidad a la actividad y recolocase al máximo de trabajadores posible.

Tras una primera decepción con la compañía china Great Wall Motors, que declinó asumir el encargo, empezó el periplo del Hub de Descarbonización D-Hub, de la mano de QEV Technologies y BTech. Faltaba un socio industrial, y el nombre de Chery —sobre el que ya se había tanteado la posibilidad de desembarcar en Barcelona en 2010, sin éxito— volvió a sonar.

Para facilitar su llegada, QEV Technologies dio un paso al lado y vendió su parte de la sociedad del D-Hub, donde era la que en un principio ostentaba la mayoría, a BTech, la firma de ingeniería propiedad de EVMotors, que junto con la histórica marca Ebro alcanzaron finalmente el acuerdo con Chery la semana pasada.