La locomotora económica europea se resiente
Alemania, el motor económico de Europa, se encuentra en punto muerto, y al igual que cuando Alemania estornuda, la eurozona se contagia. Las perspectivas son poco alentadoras. Los cinco principales institutos de investigación y análisis económico del país han recortado drásticamente sus previsiones para 2024: si hace medio año esperaban un crecimiento del 1,3%, ahora lo reducen a un escaso 0,1%.
Este estancamiento se produce tras un claro declive previo. Alemania cerró 2023 con una contracción del 0,3% de su Producto Interior Bruto (PIB), lo que llevó al ministro de Economía alemán, Robert Habeck, a calificar la situación de "dramáticamente mala". Los próximos meses, con las primeras bajadas de los tipos de interés a la vista, serán cruciales para determinar si el país logra salir del bache.
Vientos en contra alemanes
La economía alemana se enfrenta a una serie de obstáculos, entre los que se encuentran:
- La inflación y la fuerte subida de los tipos de interés, que están afectando al consumo privado y a la capacidad adquisitiva de los hogares.
- La transición energética, que está provocando una dependencia de las importaciones de energía y aumentando los costes de producción.
- Las medidas de austeridad fiscal, que están reduciendo el gasto público y frenando el crecimiento económico.
- Los problemas inmobiliarios, que están dificultando el acceso a la vivienda y reduciendo la inversión en construcción.
- La débil demanda externa, que está afectando a las exportaciones y a la producción industrial.
Estos vientos en contra están deprimiendo el consumo y, por lo tanto, el PIB de Alemania.
Contagio a la eurozona
El estancamiento de Alemania está empezando a afectar al comportamiento del resto de Europa. Alemania sigue representando más de una cuarta parte de la riqueza de la zona euro. "La economía de la eurozona está creciendo menos debido a la fuerte dependencia e interconexión entre Alemania y otros países como Francia e Italia", explica Raymond Torres, director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). "Todavía es pronto para saber qué sucederá a medio plazo, pero en el corto plazo el impacto está siendo claramente negativo", añade.
Las principales instituciones internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ya dan cuenta del posible efecto contagio. Aunque en los últimos años las previsiones económicas se han convertido en una especie de ejercicio de adivinanza, todas las proyecciones coinciden en señalar los tímidos avances de países como Francia e Italia y, en consecuencia, de la propia eurozona.
A finales de enero, el FMI previó crecimientos en 2024 del 1% y el 0,7% para París y Roma, respectivamente, dejando a la zona euro con una ligera subida del 0,9%. La OCDE hizo lo propio, fijando aumentos del 0,6%, el 0,7% y el 0,6%.
Sin embargo, los analistas de la consultora BCA Research creen que la zona euro podría entrar en una leve recesión este año, a pesar de que el conjunto de la Unión Europea consiga esquivarla. El peso de Alemania en la moneda única sigue siendo del 28%.
El FMI estima que Alemania será el país con el crecimiento más lento del G7 este año, después de haber sido la única economía del grupo en contraerse durante 2023.
El cambio de ciclo alemán
Las últimas previsiones de la Comisión Europea apuntan al tirón del sur frente al estancamiento de Alemania y otras economías tradicionalmente punteras. Además de España, para la que Bruselas proyecta un aumento del PIB del 1,7% en 2024 y del 2% en 2025, destacan otras como Grecia o Portugal.
En esta línea, Raymond Torres sugiere analizar la parte positiva que puede tener el cambio de ciclo alemán. Con la paulatina adaptación del nuevo modelo productivo, "muchas multinacionales pueden considerar sus inversiones y localizaciones" en otros países.