Vietnam y México: en las guerras comerciales también hay ganadores

Las guerras comerciales, como todas las guerras, tienen sus ganadores. Desde que el entonces presidente de EE. UU., Donald Trump, subió los aranceles a los paneles solares y a las lavadoras de China en enero de 2018, países como Vietnam y México han visto aumentar sus exportaciones a medida que la brecha entre Washington, Bruselas y Pekín se vuelve cada vez más amplia.

El asombroso ascenso de Vietnam

Vietnam es el caso más destacado y evidente. Estados Unidos es el destino de un tercio de sus exportaciones, y China es el origen de la mayor parte de sus materias primas. Según un análisis de Bloomberg, en 2019, Vietnam ya se había apoderado de la mitad de las exportaciones desplazadas de China a otras naciones asiáticas debido a los aranceles.

En Vietnam, donde la inversión extranjera directa aumentó casi un 33% en 2023, ya han aterrizado empresas chinas como Foxconn y Luxshare; la taiwanesa Pegatron; la surcoreana Samsung; y las estadounidenses Dell, HP, Microsoft y Google (con fábricas de ordenadores portátiles, consolas de videojuegos y teléfonos). La creciente importancia de Vietnam se debe en gran medida a su capacidad para mantener buenas relaciones tanto con China como con Estados Unidos, sus numerosos acuerdos de libre comercio y una inversión en infraestructuras que sitúa sus fábricas a solo 12 horas por carretera de los proveedores chinos de Shenzhen.

Sin embargo, el futuro presenta retos. Aunque Vietnam logró ascender un peldaño en su relación con EE. UU. en septiembre (ahora es una «alianza estratégica integral»), Washington y Bruselas siguen considerando que su economía no es de mercado, lo que conlleva obstáculos comerciales. La baja cualificación de su mano de obra y las deficiencias en el suministro eléctrico son otros problemas pendientes en su apuesta por desarrollar los sectores de los semiconductores, la inteligencia artificial y las energías renovables.

México, bien posicionado para beneficiarse

Vietnam no ha sido el único beneficiario de los aranceles a China gracias a sus productos sustitutivos o a su proximidad al gigante asiático. Según la investigación dirigida por Pablo Fajgelbaum, economista de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), un factor clave para entender qué países se benefician más es la «elasticidad arancelaria». «Algunos países han podido penetrar más rápidamente en EE. UU. que otros porque tenían mejores características para reorientar su comercio, mercados laborales más flexibles o acuerdos comerciales previos», explica Fajgelbaum por correo electrónico. «Los países ganadores han sido los que han podido reaccionar con rapidez a los aranceles y reorientar su comercio y producción, lo que no siempre coincide con los países especializados en los sectores gravados».

Otro hallazgo de su investigación, publicada en junio por la revista American Economic Review Insights, es que, tras los aranceles a China, los «países ganadores» no solo aumentaron sus exportaciones a Estados Unidos, sino que también incrementaron sus ventas al resto del mundo. Una conclusión que la investigación de los economistas Daniel Chiquiar (Instituto Tecnológico Autónomo de México) y Martín Tobal (Banco de México) confirmó para México y que, según sugieren los autores, se explica por el aprovechamiento de economías de escala que mejoran la competitividad internacional.

México estaba bien situado para beneficiarse de la guerra arancelaria gracias a su tratado de libre comercio con Canadá y EE. UU. (el USMCA). Así lo han entendido también las empresas chinas, que solo en 2022 aumentaron sus inversiones en México en casi un 50%, hasta alcanzar un total de 2.500 millones de dólares (unos 2.240 millones de euros). Desde empresas chinas de maquinaria como Lingong y TDI hasta fabricantes de vehículos eléctricos como BYD han mostrado su interés en el país norteamericano. La balanza comercial cuenta una historia similar: México superó a China en 2023 para convertirse ese año en el principal exportador de bienes a EE. UU., con las exportaciones de China a México creciendo a un ritmo aún mayor.

El riesgo más evidente del desembarco chino en México es que EE. UU. pierda la paciencia. Su déficit comercial con México aumentó un 17% en 2023, hasta alcanzar los 152.000 millones de dólares (unos 136.000 millones de euros). La agencia encargada de la política comercial estadounidense ya ha reprendido a su vecino del sur por la falta de transparencia en las importaciones de acero y aluminio chinos, pero lo cierto es que el USMCA tiene suficientes vacíos legales como para permitir la integración de componentes de otros países en los productos que luego se venden como mexicanos. Otra cosa es lo que pueda ocurrir en 2026, cuando México, Canadá y EE. UU. vuelvan a sentarse para decidir si extienden o no la validez del tratado hasta 2042.

El impacto más amplio de las guerras comerciales

Aunque algunas exportaciones han aumentado, el incremento de precios que la guerra arancelaria con China provocó en EE. UU. ha afectado a Canadá y a México más que a otros países. Esta es la conclusión de un artículo del economista Holger Görg, de la Universidad de Kiel, en Alemania, cuya explicación parece intuitiva: los más perjudicados por los nuevos precios de los productos estadounidenses son también los principales socios comerciales de Washington.

La investigación de Görg, realizada en 2018, se basó en la estructura productiva del momento y no tuvo en cuenta la reorganización de las cadenas de suministro que se ha producido desde entonces. Aun así, indica, «está muy claro, y así lo han confirmado otros estudios desde entonces, que los precios son muy superiores a lo que habrían sido sin la guerra comercial», dijo a El País durante una entrevista por videoconferencia.

La lista de terceros países beneficiados por los aranceles a China no termina con México y Vietnam. En Europa, suele destacarse el caso de Irlanda, que en los últimos cinco años ha triplicado su comercio bilateral con China, atrayendo el interés de gigantes como WuXi Biologics, Huawei y ByteDance, propietaria de TikTok. También se habla de Hungría, que, según un informe del centro de estudios alemán Merics, recibió en 2023 el 44% de toda la inversión directa de China en Europa; y de Polonia, segundo productor mundial de baterías (después de China), donde desde 2017 las importaciones del gigante asiático han aumentado un 112%, según indica un informe de Financial Times.

Según Bremmer, la Administración Biden se ve limitada para reaccionar por la «falta de voluntad de subir los aranceles a socios y aliados». En su opinión, un Gobierno de Kamala Harris heredaría ese enfoque y solo utilizaría los aranceles de forma puntual para apuntalar la política de industrialización verde estadounidense o para atajar posibles excesos de capacidad en China.

Según Bremmer, «Trump no comparte ninguno de los recelos de Biden y Harris» y amenazaría a países como México y Vietnam con aranceles para renegociar así las normas de origen y limitar el contenido de productos chinos en las exportaciones de estos países a EE. UU.

Conclusión

Las guerras comerciales tienen sus ganadores y perdedores. Vietnam y México han sido dos de los países que más se han beneficiado de la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China, pero su futuro es incierto. El impacto más amplio de las guerras comerciales también es motivo de preocupación, ya que han provocado un aumento de los precios y una reorganización de las cadenas de suministro.