La prima de riesgo francesa alcanza máximos de 2012 por el malestar político
La agitación política que vive Francia está teniendo consecuencias negativas en su economía. La prima de riesgo francesa, que mide la diferencia de rentabilidad entre los bonos franceses y los alemanes, ha alcanzado su máximo desde 2012, cuando la crisis de deuda de la eurozona amenazó con desestabilizar el proyecto europeo.
Este aumento de la prima de riesgo refleja la preocupación de los inversores sobre la capacidad del gobierno francés para aprobar su presupuesto y mantener la estabilidad política. La incapacidad de llegar a acuerdos para mejorar las delicadas finanzas públicas está pasando factura, y Francia es el país que más lo está sufriendo.
Déficit y deuda elevados
El déficit público francés se sitúa en el 5,5% del PIB, y su deuda supera el 112%. Estas cifras están muy por encima de los límites establecidos por las normas de la Unión Europea, que fijan el déficit en el 3% y la deuda en el 60% del PIB. El elevado déficit y la deuda exigen que Francia realice reformas para cumplir con estas normas, que empezarán a aplicarse en 2025.
Inestabilidad política
La inestabilidad política en Francia está exacerbando las preocupaciones de los inversores. El gobierno del presidente Emmanuel Macron se enfrenta a la oposición de la extrema derecha, que amenaza con presentar una moción de censura si no se modifican los presupuestos. Además, los aliados del gobierno también están empezando a rebelarse, lo que aumenta el riesgo de una caída del gobierno.
Perspectivas negativas
Las perspectivas económicas de Francia no son muy optimistas. El observatorio francés de coyunturas económicas prevé un crecimiento del 1,1% para este año y del 0,8% para el próximo. Sin embargo, estas estimaciones podrían verse truncadas si Estados Unidos cumple sus amenazas de aumentar los aranceles.
En resumen, la prima de riesgo francesa ha alcanzado máximos de 2012 debido a las preocupaciones de los inversores sobre la capacidad de Francia para abordar sus problemas económicos y mantener la estabilidad política. Esta situación es una señal de alerta para el gobierno francés, que debe tomar medidas urgentes para restaurar la confianza de los inversores y evitar una mayor inestabilidad.