La producción de leche en Argentina continúa en descenso
La industria láctea argentina atraviesa un momento complejo, con una caída del 14,5% en la producción de leche durante el primer cuatrimestre del año, según datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA). Este descenso contrasta con el crecimiento del 0,68% registrado en el promedio mundial, donde países como Turquía, Bielorrusia y Australia experimentaron importantes aumentos.
La situación en Argentina se ve afectada por la caída del consumo, que a su vez está relacionada con la recesión económica. A esto se suma la normalización de las condiciones climáticas tras la sequía de los últimos tres años, lo que ha llevado a una disminución en la demanda de productos lácteos.
Medidas del Gobierno
Ante este escenario, el Gobierno ha decidido extender la suspensión de retenciones a las exportaciones de productos lácteos por un año más, hasta el 30 de junio de 2025. Esta medida, que ya había sido implementada por la gestión anterior, busca brindar estabilidad y confianza a los productores y exportadores y fomentar la actividad.
El director nacional de Lechería, Sebastián Alconada, destacó que esta prórroga permitirá a la industria láctea continuar generando valor y expandiendo sus productos a nivel global. Además, adelantó que el objetivo a largo plazo es la eliminación definitiva de las retenciones.
La caída en la producción de leche es un problema que afecta a varios países, aunque Argentina es uno de los que presenta un desempeño más negativo. La situación se ve agravada por la falta de una política láctea clara y consistente que permita al sector planificar a largo plazo.
El escenario global
En el contexto global, la producción de leche sigue creciendo, aunque a un ritmo más lento que en años anteriores. Países como India, China y Estados Unidos continúan siendo los principales productores mundiales, y se espera que su demanda siga aumentando en los próximos años.
La situación en Argentina es preocupante y requiere de medidas urgentes para revertir la tendencia negativa. El Gobierno debe trabajar en conjunto con el sector privado para desarrollar una política láctea que fomente la producción, impulse el consumo y mejore la competitividad de la industria nacional.
Solo así se podrá garantizar el abastecimiento interno y aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado internacional.