Madrid se convierte en el destino predilecto para los contribuyentes adinerados Madrid se está afianzando como el destino preferido entre los contribuyentes españoles de altos ingresos que deciden trasladar su residencia. Y esta tendencia se debe en gran medida a los atractivos fiscales que ofrece la comunidad autónoma. Así lo pone de manifiesto un reciente informe publicado por el Instituto de Estudios Fiscales (IEF), que revela que casi la mitad de los españoles ricos que cambian de domicilio eligen la región central como destino. Este éxodo es motivado por los beneficios fiscales que encuentran en impuestos como el IRPF, el Impuesto sobre el Patrimonio o el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, entre otros factores como el atractivo de ser la capital del país. La movilidad interterritorial por motivos fiscales, así como la competencia tributaria entre las distintas comunidades autónomas, es un fenómeno recurrente en España y ha generado numerosos debates y enfrentamientos entre regiones. El último episodio se produjo con la implantación, por parte del Gobierno central, del Impuesto sobre las Grandes Fortunas, destinado a compensar las bonificaciones al Impuesto sobre el Patrimonio aplicadas por Madrid y otras regiones gobernadas por el Partido Popular. Sin embargo, más allá de la teoría, tradicionalmente ha resultado muy complicado cuantificar el impacto de esta movilidad. El documento "Migraciones interregionales en España de determinados perfiles de contribuyentes en el período 2006-2019: el papel de las variaciones autonómicas en la imposición sobre la renta y la riqueza", publicado por el grupo de expertos del Ministerio de Hacienda, intenta aportar cifras a esta realidad. Los investigadores Fernando Rodrigo Sauco, Miguel Ángel Barberán Lahuerta y Carmen Trueba Cortés, adscritos al Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Zaragoza, han analizado la movilidad de los contribuyentes que se sitúan en el percentil más alto de la distribución de la renta o del patrimonio. Es decir, el 1% más rico de la población en cada uno de estos impuestos. Una vez seleccionado el perfil de estudio, los autores del informe han examinado la movilidad entre los años 2016 y 2019, comprobando si estos contribuyentes se encontraban al final del periodo en la misma comunidad en la que estaban o si, por el contrario, se habían trasladado a otra. Los resultados son claros: los ricos que se mudan son pocos en volumen, pero aquellos que lo hacen eligen Madrid en la gran mayoría de los casos. Los datos del Panel de Hogares, una herramienta puesta en marcha por el Instituto Nacional de Estadística, la Agencia Estatal de Administración Tributaria y el Instituto de Estudios Fiscales, muestran que entre 2016 y 2019 se produjeron 6.018 cambios de residencia fiscal de una autonomía a otra entre las rentas y patrimonios más elevados. De ellos, algo más de 2.500, el 42,4%, tuvieron como origen la Comunidad de Madrid. A gran distancia se situaron Andalucía (10,6%), la Comunidad Valenciana (9,2%) y Cataluña (7,9%), que, sin embargo, presentaron un saldo neto negativo al registrar más salidas que entradas. De hecho, solo Madrid, Galicia, Cantabria y Extremadura registraron un saldo migratorio positivo en esos años. "Es evidente que Madrid, con una fiscalidad mucho más favorable, mantiene unos diferenciales ventajosos para los grandes contribuyentes", explica Rodrigo Sauco, investigador principal del informe. La experiencia contrastada con otros trabajos, continúa, pone de manifiesto que "el impuesto que más favorece las decisiones de cambio de residencia es el IRPF, ya que se paga de forma periódica". En este sentido, cabe recordar que el tipo máximo de gravamen conjunto sobre la base liquidable general pasó en la región central del 43,5% en 2016 al 45% en 2022, mientras que en territorios como la Comunidad Valenciana varió del 45,98% al 54% en el mismo periodo. En otras comunidades como Cataluña escaló del 48% al 50%, mientras que en Andalucía se redujo ligeramente, del 48% al 47%. "Ese tipo impositivo más bajo actúa como factor diferencial a favor de Madrid", añade el investigador. La fiscalidad de Madrid, especialmente atractiva A Madrid también le ha favorecido la fiscalidad en impuestos como Sucesiones y Donaciones, que tiene un menor peso en la decisión de traslado por abonarse en momentos muy puntuales de la vida del contribuyente. Lo mismo ha ocurrido con el Impuesto sobre el Patrimonio, bonificado durante esos años en la región al 100%. "Aunque también tiene cierto peso, este impuesto permite muchas exenciones y los grandes contribuyentes tienen perfectamente planificada su situación fiscal, por lo que no suele ser determinante a la hora de decidir si se cambia de territorio", subraya Rodrigo Sauco. Es decir, en materia fiscal, es el IRPF el que marca la diferencia. Los datos recopilados por los investigadores ofrecen una "caracterización interesante" de los individuos migrantes pertenecientes al 1% más rico. En promedio, quienes se trasladan presentan en el IRPF cuantías más elevadas, tanto en la mayor parte de las rentas integrantes de la base imponible como en la propia base. Algo similar ocurre al examinar la composición del Impuesto sobre el Patrimonio. Así, dentro del IRPF, mientras que los contribuyentes ricos migrantes declaran rendimientos netos del trabajo de casi 107.000 euros anuales, los no migrantes presentan unos 60.000 euros por ejercicio. En capital mobiliario, los primeros rondan los 32.000 euros y los segundos, los 21.000 euros. Algo similar ocurre con las ganancias patrimoniales que se integran en la base imponible del ahorro: en los migrantes ascienden a los 48.300 euros y en los no migrantes descienden a los 17.600 euros. En consecuencia, mientras que la base imponible total del impuesto de los perfiles que cambian de territorio asciende a 217.500 euros, la de los no migrantes ronda los 121.000 euros. En el Impuesto sobre el Patrimonio, la riqueza inmobiliaria de los migrantes asciende a 191.910 euros de media, cifra que desciende en 30.000 euros en el caso de los no migrantes. También hay grandes diferencias en bienes como los valores no exentos representativos de la participación en fondos propios o el total de bienes y derechos no exentos. Por eso, mientras que la base imponible de quienes no cambian de residencia supera por poco los 600.000 euros, la de los migrantes alcanza los 870.000 euros.