Nippon Steel no se rinde ante la oposición a la compra de US Steel
Tras la oposición del presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris a la compra de US Steel por parte de Nippon Steel, la compañía japonesa ha redoblado sus esfuerzos prometiendo inversiones multimillonarias y asegurando que los puestos clave de gestión y la mayoría del consejo de administración estarán en manos de ciudadanos estadounidenses si la operación llega a buen puerto.
"Nippon Steel sigue creyendo que la operación mejorará la seguridad nacional de Estados Unidos al reforzar la industria siderúrgica estadounidense y su capacidad de producción nacional, introducir tecnologías de vanguardia y, en última instancia, hacer que la base industrial y la cadena de suministro estadounidenses sean más resilientes y estén mejor posicionadas para competir contra las futuras presiones de los competidores chinos respaldados por el Estado", ha indicado la compañía en un comunicado en el que anuncia la estructura de gobierno corporativo que seguiría a una hipotética adquisición.
Prioridad a la producción y nuevas inversiones
La compañía japonesa adquiere, además, un nuevo compromiso: dar prioridad a la producción en US Steel para satisfacer la demanda del mercado siderúrgico estadounidense. Junto a eso, reitera sus promesas de inversiones. Primero, inversiones en las instalaciones de producción existentes de US Steel, entre ellas al menos 1.400 millones de dólares en las instalaciones representadas por el sindicato USW, por encima de lo exigido por el acuerdo laboral básico entre el sindicato y la compañía. A eso se unen al menos 1.000 millones de dólares para mejorar la competitividad de Mon Valley Works, incluida la mejora del rendimiento, el aumento de la eficiencia energética, la mejora de la calidad del producto y la mejora de la eficacia operativa general. El compromiso incluirá la sustitución y/o modernización del tren de laminación en caliente y otras instalaciones de Mon Valley Works. Asimismo, la compañía japonesa acometerá la modernización del alto horno número 14 de Gary Works, que se prevé requerirá una inversión aproximada de 300 millones de dólares.
Gestión estadounidense y protección de empleos
La centenaria firma estadounidense mantendrá su sede en Pittsburgh (Pensilvania) y pasará a tener la siguiente estructura operativa: la mayoría del consejo de administración estará constituida por ciudadanos estadounidenses, entre ellos tres consejeros independientes. Además, los principales directivos de US Steel serán también ciudadanos estadounidenses.
Entre su catálogo de compromisos figura que no se transferirá capacidad de producción ni puestos de trabajo de US Steel fuera de Estados Unidos, que no se producirán despidos, cierres de plantas ni paralización de las instalaciones del grupo estadounidense como consecuencia de la operación (salvo determinadas excepciones acordadas con el sindicato) y que se transferirán las capacidades mejoradas de fabricación y tecnología de Nippon Steel en condiciones de mercado, incluso en lo que se refiere a la reducción de las emisiones de carbono de la fabricación de acero en altos hornos, cuando dichas transferencias sean económica y técnicamente viables.
Reticencias políticas y sindicales
La operación, valorada en unos 15.000 millones de dólares, fue anunciada en diciembre del año pasado y aprobada de forma unánime por los consejos de administración de las dos compañías. En la junta de accionistas de US Steel, el respaldo fue del 98%. Sin embargo, no ha logrado ni el apoyo sindical ni el político a la operación. La compañía tiene su sede en Pensilvania, uno de los estados decisivos en las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre.
La operación necesita la aprobación del Comité de Inversiones Extranjeras en Estados Unidos (CFIUS), dependiente del Departamento del Tesoro. Tiene potestad para aprobar, bloquear o modificar el acuerdo por motivos de seguridad nacional, o remitirlo al presidente para que tome una decisión.