Poniendo en duda el pleno empleo

En España, un país habitualmente afectado por tasas de desempleo que harían ruborizar a cualquier economista, considerar el pleno empleo parece casi ciencia ficción. No obstante, entender este concepto es crucial, no solo como ejercicio académico, sino como objetivo o destino que oriente nuestras políticas económicas, en particular para medir nuestra distancia al momento de utilizar todo nuestro potencial productivo.

Midiendo el pleno empleo

Durante décadas, los economistas han intentado definir y medir el pleno empleo utilizando principalmente dos conceptos: la NAIRU (tasa de desempleo no aceleradora de la inflación) y la NRU (tasa natural de desempleo). La NAIRU es el santo grial de los bancos centrales, una tasa mágica por debajo de la cual la inflación comienza a subir vertiginosamente. Por otro lado, la NRU es el concepto preferido de los legisladores, una estimación del desempleo "normal" en una economía que funciona a pleno rendimiento.

Aunque suenan similares, la NAIRU y la NRU tienen diferencias. La NAIRU es como un termómetro de la presión inflacionaria a corto plazo, mientras que la NRU es más bien un chequeo médico anual que considera factores estructurales como cambios demográficos o tecnológicos. La NAIRU se calcula con modelos econométricos complejos, mientras que la NRU se basa en tendencias a largo plazo y factores estructurales.

Replanteamiento del pleno empleo

Ahora surge la cuestión: ¿qué pasa si estos conceptos, por muy sofisticados que parezcan, no nos están dando la información que realmente necesitamos? Si así fuera, es como si estuviéramos usando un mapa desactualizado para navegar en aguas económicas cada vez más turbulentas. Investigaciones recientes sugieren que tanto la NAIRU como la NRU podrían estar sobreestimando sistemáticamente el nivel de desempleo "aceptable". Dicho de otra manera, en varios países se han estado conformando con menos empleo del que realmente podrían alcanzar.

Esta nueva perspectiva se relaciona con el coste social (o bienestar social) que genera el desempleo. A partir de aquí, surgen nuevas ideas y medidas.

Índice de desempleo de pleno empleo (FERU)

En medio de este posible debate, aparece la FERU, o tasa de desempleo de pleno empleo, un nuevo enfoque propuesto por los economistas Pascal Michaillat y Emmanuel Saez. Según sus creadores, la FERU no es otra sigla más para el ya saturado alfabeto económico. Es un intento de redefinir el pleno empleo desde la perspectiva del bienestar social. Su fórmula, elegante en su simplicidad, sugiere que el pleno empleo se alcanza cuando hay un equilibrio entre quienes buscan empleo y los puestos vacantes.

La FERU nos dice que el pleno empleo, el equilibrio perfecto, se logra cuando estos dos elementos están nivelados. En ese punto, el coste de un desempleado más iguala al de una vacante adicional. Cualquier intento de mejorar la situación en un lado empeoraría proporcionalmente el otro.

FERU en España

El gráfico adjunto muestra el cálculo para España, junto con la brecha que se abre desde esa cifra, con un promedio del 13,4 % y la tasa de desempleo observada. Dicha brecha fue máxima en el primer trimestre de 2014 y se ha ido reduciendo hasta el mínimo actual del 7,5 %. Sin embargo, esta cifra sigue siendo muy elevada, lo que indica que nuestra economía opera con grandes pérdidas de eficiencia cada año.

Adoptar un enfoque como el de la FERU podría ser interesante para España, junto con las medidas previas mencionadas. Supondría aceptar que tenemos mucho más margen de mejora del que podríamos pensar. Implicaría una política económica más ágil y simétrica, en particular las relacionadas con el empleo, como las políticas activas, que respondan con igual vigor tanto a la escasez como al exceso de empleo.

Conclusión

El trabajo de Michaillat y Saez nos recuerda que, incluso después de décadas de investigación económica, todavía hay espacio para ideas innovadoras que pueden transformar nuestra comprensión de la economía. Para España, replantear el pleno empleo podría ser el primer paso hacia una recuperación económica verdaderamente inclusiva y sostenible, siempre que se implementen las políticas adecuadas. Es hora de dejar de conformarnos con menos y empezar a aspirar al pleno potencial de nuestra economía y sociedad.