La presencia de sulfitos en langostinos cocidos procedentes de España lleva a la UE a alertar sobre un posible riesgo sanitario

El Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos de la Unión Europea (RASFF) ha detectado la presencia de sulfitos en langostinos cocidos procedentes de España, lo que ha llevado a emitir una alerta para informar a las agencias alimentarias y a los posibles consumidores sobre este posible riesgo sanitario.

El control de calidad ha detectado una concentración elevada de sulfitos en los langostinos, por lo que la RASFF ha determinado el nivel de riesgo del producto como "serio", aunque no se especifica que se hayan tomado medidas adicionales como la retirada del mercado.

¿Qué son los sulfitos y por qué son peligrosos?

Los sulfitos son unos derivados del azufre que se emplean en la industria alimentaria para alargar la vida útil y el buen estado de los productos. Tienen múltiples propiedades que van desde evitar la oxidación de los aceites y las grasas hasta combatir la proliferación de bacterias, levaduras y mohos.

Estos aditivos están autorizados por todos los organismos de regulación alimentaria para ayudar a mejorar la preservación de los productos. Sin embargo, si la concentración (como es el caso) es superior a 10 miligramos/kilo o 10 miligramos/litro, deben ser declarados en la lista de ingredientes que incluye el envase para informar a los consumidores.

El motivo de esta cautela es que los sulfitos pueden provocar reacciones alérgicas en algunas personas. Por eso, para prevenir el riesgo, es obligatorio que el etiquetado, como ocurre con alimentos con gluten o lactosa, indique su presencia. Se pueden sufrir problemas digestivos, dificultad respiratoria o reacciones cutáneas. Para el resto de gente que no presente intolerancias, la presencia de sulfitos en los alimentos no supone ningún problema.

¿Dónde se encuentran los sulfitos?

Los sulfitos pueden aparecer de forma natural en alimentos que han sido sometidos a un proceso de fermentación, como el pan, la cerveza o el vino. Sin embargo, la concentración es muy baja, tanto que en el caso del vino se añaden también de forma artificial para conservar su sabor y su aroma.

Otros alimentos que pueden contener sulfitos son los crustáceos (como el caso de esta alerta) para conservar su color y que no se oscurezcan. También aparecen en productos cárnicos (como la carne picada) y en preparados como el puré de patata en polvo o las versiones de este tubérculo cortadas y listas para cocinar.

Es obligatorio que los sulfitos aparezcan en la lista de ingredientes de la etiqueta del producto. Se debe indicar la función que cumple (antioxidante o conservante, por ejemplo) seguida de la palabra "sulfitos" o del nombre específico del aditivo. Voluntariamente, el fabricante puede incluir también el nº E correspondiente a este añadido que se corresponden con los números E-220 al E-228.

¿Qué medidas se están tomando?

El RASFF es una herramienta utilizada para intercambiar información entre las autoridades alimentarias. A través de ella se emiten avisos diariamente sobre la detección de contaminantes en productos alimentarios u otro tipo de riesgos que pueden afectar a la salud de la población. Gracias a ello, las autoridades sanitarias pueden actuar y retirar el alimento (si es necesario) para evitar que llegue a los distintos establecimientos en los que se iba a vender.

La Asociación FACUA-Consumidores en Acción ha criticado más de una vez la escasa información que brindan estas alertas alimentarias a nivel europeo. Afirman que hacen que el consumidor pueda desconfiar de todos los productos, independientemente de que puedan o no estar afectados. En ellas no se detallan ni las empresas productoras ni las zonas del país de donde procede.