Una pulpería con historia: sabores, antigüedades y un patio lleno de encanto

A menos de dos horas de la Ciudad de Buenos Aires, en el corazón de San Antonio de Areco, se encuentra una joya que parece detenida en el tiempo: el Boliche de Bessonart. Esta emblemática pulpería es un verdadero tesoro de tradición criolla, donde los sabores auténticos, las antigüedades y un ambiente de ensueño se combinan para crear una experiencia única.

Un viaje al pasado

Al traspasar el umbral del Boliche de Bessonart, los visitantes se sumergen en un viaje al pasado. La pulpería conserva la esencia de los antiguos almacenes de ramos generales, con sus estanterías repletas de botellas antiguas, muebles de madera maciza y fotografías que cuentan historias de otra época. La barra de madera, acompañada por una antigua caja registradora y botellas que parecen contar sus propias historias, es un testimonio del paso del tiempo.

Delicias para todos los gustos

Si algo caracteriza al Boliche de Bessonart son sus empanadas de cordero cortadas a cuchillo, un verdadero manjar que deleita al paladar. También ofrece una variedad de opciones de carne y pollo, todas elaboradas con la misma dedicación artesanal. Las picadas, por su parte, son otro de los platos estrella, con una generosa selección de quesos, salames, bondiola, mortadela, jamón crudo y cocido, y aceitunas. Y para un cierre dulce, el zapallo en almíbar es una opción imperdible.

Un patio lleno de encanto

Detrás del salón principal se encuentra un patio trasero que invita a disfrutar de las tardes soleadas en un ambiente tranquilo y acogedor. Con mesas y sillas dispuestas al aire libre, es el lugar perfecto para relajarse y dejarse llevar por el ritmo pausado de la vida en el pueblo.

Un paseo por San Antonio de Areco

Una visita al Boliche de Bessonart es la excusa perfecta para explorar las tranquilas calles de San Antonio de Areco. Este pueblo encantador, con sus casonas antiguas, su iglesia histórica y un ambiente sereno, invita a perderse y descubrir su encanto en cada rincón. No deje de visitar la chocolatería La Olla de Cobre, famosa por sus alfajores y pastelitos.