Cecilia Roth vuelve al teatro: 'Salgo de mi zona de confort'
Cecilia Roth protagoniza 'La madre', de Florian Zeller, que cierra la trilogía que inició con 'El padre' y 'El hijo'. La obra presenta una historia que cuestiona cuáles son los límites de la soledad, el vacío y la cordura. Con dirección de Andrea Garrote y el elenco se completa con Gustavo Garzón, Martín Slipak y Victoria Baldomir.
'Esta madre tiene una situación densa con su marido, en una relación de necia necesidad de estar cerca de su hijo, de no aceptar su crecimiento e idealizar el vínculo', dice Cecilia Roth sobre su personaje en 'La madre', de Florian Zeller, que cierra la trilogía que inició con 'El padre' (aquí presentada en teatro con Pepe Soriano y en cine Anthony Hopkins) y 'El hijo' (en cine con Hugh Jackman y Vanessa Kirby).
La obra 'La madre' se estrena el jueves próximo en El Picadero y presenta una historia que cuestiona cuáles son los límites de la soledad, el vacío y la cordura. Con dirección general de Andrea Garrote (la misma directora que 'Prima facie', 'Pundonor', 'Una casa llena de agua') el elenco se completa con Gustavo Garzón, Martín Slipak y Victoria Baldomir. Las funciones serán de jueves a domingos.
Entrevista a Cecilia Roth
Periodista: En 'El padre' el autor problematiza sobre el Alzheimer y como se afecta el vínculo con la hija. En 'La madre' en cambio encara el nido vacío y su relación con el marido, ¿qué podés decir al respecto?
Cecilia Roth: A pesar de ser una trilogía y tratarse de la misma familia porque todos se llaman igual, las tres son como son spin offs de cada uno de los personajes en una vida en la que algunos no están. En 'La madre' no está Sara, la hija, existe pero se fue y no llama ni aparece. El autor cuenta la historia con una dramaturgia muy particular de ir y volver, repetir, dar vueltas sobre lo mismo. El discurso psicótico de la madre va y viene, se repite. Siempre se cuentan las mismas historias, el amor, la muerte, el nido vacío, el suicidio, el romance, el encuentro imposible, creo que son 28 las posibilidades dramatúrgicas de contar una historia.
P.: ¿Qué preguntas aparecen en esta instancia de la vida de tu personaje?
C.R.: Creo que lo que aparece en su cabeza es si hay una conspiración en su contra, ¿todos están conspirando para que no sea feliz, ara que sea plena, entera, todos? Mi hijo, mi marido, la novia de mi hijo, todos quieren mi dolor?
P.: Andrea Garrote dice que el autor es un maestro de las estructuras y logra que el público vaya de lo lejano a lo profundo de su mente, ¿coincidís?
C.R.: Absolutamente, coincido con Andrea, me enseña mucho, es un gran talento y una tiene solidez enorme en su conocimiento y capacidad de volcarlo en el arte. La obra es sólida, va hacia lo profundo, también con humor, porque sino se volvería solemne y no me interesa la solemnidad. Este humor particular que tiene el autor es compatible con el delirio que sucede en la mente de sus personajes.
P.: ¿Qué desafío implica interpretar este personaje?
C.R.: Todos los desafíos porque el escenario no es mi estado de confort, salgo de mi lugar de confort cuando salgo de una cámara, y tiene el desafío brutal y maravilloso de estar en vivo, de tener gente en frente que en un set es la cámara, porque los técnicos es como si fueran invisibles. Aquí trabajás para contar una historia y la escucha el público, hay un intercambio, el desafío es estar a la altura del intercambio y de lo que la obra y Andrea proponen. También el desafío es divertirme, mientras tanto.
P.: En la obra la madre es un arquetipo de familia burguesa, ¿cómo contrasta con madres de otras familias o entornos sociales?
C.R.: Creo que el vacío interno no le pertenece a ningún arquetipo ni clase social, a ningún entorno particular. El vacío es estar vaciado de emociones, tener empatía, mirar hacia afuera y adentro. No creo que difiera de otras madres y familias. La resolución de los hechos es diferente, aquí se mantiene una situación in eternum y en otros entornos quizá se modifica y finaliza de otra manera, por ahí con un tiro, separación legal, retorno de un amor por un pacto en la pareja, continuar con una mentira. Hay muchas maneras de no resolver, no sé cual es la manera de resolver. En la obra es el alma humana, la mujer, no el entorno.
P.: ¿Cómo ves hoy la cultura en general y el teatro en particular?
C.R.: Veo creatividad y talento pero es lamentable cuando se arranca la hoja de un árbol o se marchita porque no le dan agua, esa sensación tengo, tanto la cultura como la salud, la ciencia, la educación, están siendo vaciadas y lo peor es que esta manera de hacerlo parece un hecho que se hace con la sociedad acordando. No creo que la sociedad acuerde con esto que se hace desde el Gobierno. La sociedad está embobada o en shock con una propuesta salvaje, pareciera que vivimos en ciudad gótica donde todo es posible. Y se aplaude cualquier delirio. Eso habría que analizar, nunca se analizó la salida de la pandemia hacia esto, quienes gobernaron en pandemia aquí o en el mundo. Se abren muchas posibilidades de analizar y de debatir sobre esta postpandemia. Todo lo que produce, este barrido de un tiempo que no se quiere ver ni recordar. En el mundo está pasando esto: la crecida exponencial de lo que hace tiempo era políticamente incorrecto.