Una leyenda, probablemente cierta, cuenta que Sinatra sufrió un infarto la noche en que se emitía el último episodio de Seinfeld. La ambulancia llegó con rapidez, en pocos minutos, y lo trasladó al hospital en un santiamén: no había tráfico porque todo el mundo estaba en casa viendo Seinfeld. La audiencia de aquel episodio alcanzó los 76 millones de espectadores. Ninguna serie actual se acerca ni de lejos a esas cifras.

El ocaso de una era

Sinatra falleció, como Seinfeld, el 14 de mayo de 1998. Al siglo XX le quedaban algunos coletazos, pero aquella noche se dio por amortizado. Al menos, en lo que a la cultura popular estadounidense se refiere. El siglo XX, tan trágico, se ha resistido a morir y ha habido que rematarlo varias veces. Casi cada semana vuelve a boquear y le damos otra punzada.

El último estertor de 'Curb Your Enthusiasm'

Uno de sus últimos estertores televisivos tuvo lugar hace unas semanas en HBO Max, cuando Curb Your Enthusiasm, conocida en España como Larry David, echó el telón. No hay constancia de que ningún cantante melódico sufriera un infarto durante su último episodio, que tampoco fue visto por 76 millones de personas.

A diferencia de su obra más popular, la ficción autobiográfica del creador de Seinfeld se despidió con los aplausos melancólicos y suspirantes de un puñado de nostálgicos del siglo XX, profundamente agradecidos por tantas horas de risas y resignados a seguir viviendo en un mundo donde los humoristas nihilistas y malhablados ya no hacen gracia a casi nadie.

El homenaje a Larry David

Por eso David Remnick tituló su obituario en The New Yorker: No Kaddish for Curb. Es decir: no hay oración fúnebre para Curb. Cuando falleció Schönberg, cuyo 150 aniversario se celebra este año, The New York Times le dedicó una necrológica en primera plana. La muerte del personaje de Larry David (la persona vivirá muchos años más, esperamos) ha merecido un homenaje en The New Yorker, la biblia de la intelectualidad progresista (liberal, diríamos en España).

El legado de 'Curb Your Enthusiasm'

Remnick afirma que Curb Your Enthusiasm merece un lugar de honor en el canon de esa categoría cultural difusa conocida como humor judío, y yo creo que lo merece en el canon cultural, sin apellidos. Con la jubilación de David no perdemos solo un puñado de carcajadas provocadas por chistes soeces, situaciones embarazosas y violaciones del decoro más hipócrita y remilgado, sino un estilo, una actitud, una forma de ser. Cosas quizá banales, pero importantísimas para quienes vinimos al mundo a reír.