En el corazón de Buenos Aires, en el barrio de Boedo, se encuentra un lugar mágico que fusiona historia, tango y gastronomía: el Bar Quintino. Este legendario establecimiento, ubicado en Carlos Calvo 4002, fue originalmente una pulpería con palenque para caballos, luego un almacén de ramos generales y, finalmente, el bar que conocemos hoy.

Un viaje al pasado

El interior del Bar Quintino evoca una época pasada, con sus postigones de madera y su patio interno que invita a retroceder en el tiempo. En sus paredes, un imponente mural de Carlos Gardel rinde homenaje al género musical que inmortalizó a Buenos Aires en el mundo.

Delicias gastronómicas

La experiencia en el Bar Quintino no estaría completa sin deleitarse con sus platos tradicionales. El vacío con papas, el matambre y las pastas caseras son algunas de las especialidades que hacen las delicias de los comensales. Para terminar con un broche de oro, no pueden faltar los postres típicos porteños: dulce de zapallo, budín de pan, vigilante y el singular borrachín, un bizcochuelo con cognac que despierta los sentidos.

Noches de tango y pasión

Los sábados por la noche, el Bar Quintino se transforma en un templo del tango. Su escenario ha recibido a grandes figuras y continúa siendo un espacio para disfrutar de espectáculos íntimos y auténticos que homenajean a la música ciudadana.

Fútbol y recuerdos

El Bar Quintino también rinde tributo a la pasión argentina por el fútbol. En sus paredes se exhiben camisetas y banderines de equipos locales e internacionales, con un lugar especial para el Club San Lorenzo, vecino ilustre del barrio. Entre sus visitantes históricos se cuentan leyendas como Homero Manzi, Cátulo Castillo, Enrique Cadícamo y futbolistas de la talla de Ernesto Grillo, Tucho Méndez y el Charro Moreno.

El Bar Quintino es un lugar que guarda la esencia de Buenos Aires, donde la historia, el tango y la buena mesa se entrelazan para ofrecer una experiencia única e inolvidable.