El icónico cuadro de Diego Rivera que adornaba la casa de Silvia Pinal

Silvia Pinal, la legendaria actriz mexicana, falleció a los 94 años, dejando un legado de talento y glamour. Entre sus preciadas pertenencias se encontraba un retrato realizado por el renombrado muralista Diego Rivera, una obra que se convirtió en un elemento icónico de su hogar y un testimonio de la amistad entre estos dos artistas.

El origen del retrato

La historia del cuadro se remonta a la construcción de la mansión de Pinal en el exclusivo Pedregal de San Ángel. El arquitecto Meni Rosen, encargado del proyecto, sugirió que la actriz encargara un retrato a Rivera para completar la decoración de su nueva residencia.

Inicialmente, Pinal dudó devido al elevado costo de la obra, pero Rosen la convenció de visitar el taller de Rivera en Altavista 76, San Ángel. La actriz quedó impresionada por el carisma y simpatía del muralista, y de inmediato aceptó posar para él.

El proceso creativo

Rivera le preguntó a Pinal cómo deseaba ser retratada, y ella optó por una pose de pie, a pesar de las advertencias del artista sobre lo agotador que sería. Las sesiones fueron intensas y prolongadas, completándose en aproximadamente tres meses.

El día de su entrega, el 3 de noviembre de 1956, Rivera sorprendió a Pinal al regalarle el cuadro, argumentando que era su obsequio por su santo. La actriz quedó deslumbrada y profundamente agradecida.

Un vínculo artístico

El retrato no solo representaba la imagen de Pinal, sino también el vínculo especial entre ella y Rivera. El muralista quedó tan satisfecho con su obra que la utilizó con frecuencia en exhibiciones y la consideraba una de sus creaciones favoritas.

Pinal, por su parte, atesoró el cuadro, exhibiéndolo en su comedor y prestándolo a quien se lo solicitara. Incluso se convirtió en un elemento icónico en la serie de televisión "Mujer: casos de la vida real", donde Pinal introducía los segmentos desde un espacio adornado con una réplica del retrato.

Un homenaje a una leyenda

El cuadro de Diego Rivera es un testimonio del talento y la amistad que unieron a dos grandes figuras del arte mexicano. Es una obra que trasciende el tiempo, recordando el legado de Silvia Pinal y la huella imborrable que dejó en el mundo del espectáculo.

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