La restauración de la Confitería del Molino está casi terminada: falta que reabra sus puertas
Un haz de luz multicolor ilumina este lunes gris en la Ciudad de Buenos Aires. En la esquina de Callao y Rivadavia, alguien mira hacia arriba buscando el origen de ese brillo y esos rayos policromáticos. Como si no le alcanzara a la Confitería del Molino encantar desde sus fachadas a quienes pasan por la zona, ahora que la marquesina recuperó sus vitrales.
Luego de un minucioso trabajo de restauración realizado en los talleres montados en el edificio, se recolocaron más de 400 piezas que representan alrededor del 40% del total de este vitral que fue hallado en bolsas, en pedazos, ennegrecido y esparcido por todas partes; incluso vecinos del barrio tenían partes que guardaron, preservaron y devolvieron cuando comenzaron los trabajos.
Este paño ya reconstituido conforma una parte de esta gran pieza patrimonial que constituye el Edificio del Molino, ícono del art nouveau del arquitecto Francesco Gianotti. En lo que respecta a la confitería -primer subsuelo, planta baja y primer piso- la obra está casi en un 100% concluida; mientras que se estima que el resto del edificio tiene un avance de obra en torno al 60%, según fuentes oficiales consultadas por Clarín.
Falta menos para que reabra la confitería
Nadie puede decirlo con precisión, pero como ocurrió con instancias previas, está claro que se trata de una decisión política. La decisión debería venir justamente desde el Palacio del Congreso, de ambas cámaras, la de Diputados y Senadores. Como indica la Ley 27.009 -que declaró de utilidad pública y sujeto a expropiación, por su valor histórico y cultural, el inmueble- el paso siguiente es el llamado a licitación para que un privado obtenga la concesión y provea servicios gastronómicos.
La concesión debe ser entregada bajo ciertas condiciones que se encuentran especialmente formuladas en la ley como, por ejemplo, que el concesionario produzca en el lugar insumos de panadería y pastelería. Justamente algo que puede ocurrir en el subsuelo, en donde se encuentran -restaurados- los hornos originales.
El edificio en general
El secretario administrativo de la comisión bicameral a cargo de esta mega obra, Ricardo Angelucci, estima que se encuentra restaurado en un 60%, como un dato promedio. "Por ejemplo, la cúpula y la terraza se encuentran totalmente restauradas, pero otras partes del edificio no están en la misma situación", explica.
Ahora mismo, el equipo de restauración se encuentra trabajando en el departamento del segundo piso, sobre Callao, en donde residió Cayetano Brenna junto a su familia, quienes fueron propietarios originales de esta esquina. Se espera que en este espacio funcione el futuro centro cultural, otra de las consignas de la ley de expropiación. En este segundo piso se luce un patio andaluz que los Brenna habrían mandado a construir un tiempo después y que habrían encargado a otro arquitecto porque el estilo español tiene poco que ver con lo que diseñó Gianotti para este edificio.
La marquesina y sus vitrales
Si bien se llevan a cabo trabajos de restauración de manera permanente y en simultáneo, en estas semanas la novedad llegó de la mano de los vitrales. Son casi 400 piezas que fueron recolocadas en la marquesina; todas las tareas fueron realizadas por el equipo de restauradores que trabaja en los talleres, montados in situ.
Mientras que toda la estructura de hierro -profusamente ornamentada y sobre la que se colocan los vitrales- fue realizada por los trabajadores del astillero Río Santiago. En el edificio aportaron también sus saberes (en la planta de Ensenada construyen desde barcos hasta piezas para centrales hidroeléctricas) para una obra no tan visual pero sí muy importante: una escalera que comunica la planta baja con los dos subsuelos que tiene el edificio. Esta circulación no existía pero para los estándares de seguridad y las normativas de evacuaciones vigentes era vital.
Como se dijo, los vitrales "fueron hallados tirados por todos lados, embolsados como si fueran escombro, implosionados. Se los recuperó y catalogó. Esta primera parte del trabajo comprende aproximadamente el 40% del total de la marquesina que es muy importante. Tiene más de 50 metros lineales de extensión, por más de 2,50 metros", explicó Guillermo García, arquitecto y asesor técnico de la Comisión Bicameral (además asesor de patrimonio cultural en los trabajos de restauración del Palacio del Congreso).
Primero se realizó la restauración integral de la parte metálica de la marquesina, como se dijo, con la gente de los astilleros. Luego los vitrales, que tienen un "patrón geométrico repetitivo", explicó García. Lo bueno de esto es que permitió reproducir aquellos vitrales faltantes o que no fue posible restaurar por el nivel de deterioro que presentaban al ser hallados.
La emplomadura -es lo que sostiene las partes del vitral- también fue realizada in situ. "Y para evitar las roturas se colocó una estructura de proyección de policarbonato rígido que protege pero además es transparente y deja que atraviese la luz". Anteriormente, los vitrales estaban "protegidos" por chapones, lo que impedía que se viera a trasluz, con lo que cuál era imposible apreciar los colores de esta marquesina, sin dudas una de las más espectaculares de la Ciudad.
Documental y visitas guiadas
En el portal oficial del edificio, se puede ver desde este fin de semana un documental de casi una hora con la historia de la confitería; que tiene que ver también con la historia de la Ciudad y del país. Datos históricos, anécdotas y detalles de un obra de arquitectura que se transformó en un ícono. Además, se muestra el proceso de restauración y puesta en valor.
Para las visitas guiadas hay que estar atentos a las redes sociales, en donde dan aviso del día en que se abren los cupos para las próximas semanas. Por el momento se hacen los martes y jueves, a las 10 y a las 14. En Facebook la información se comparte a través de "Canal de difusión - Molino", y en Instagram en la cuenta @delmolinook, en donde también hay un canal de difusión.
Las visitas guiadas son libres y gratuitas, se recorre el salón principal, la terraza, lo que fue el departamento de los Brenna y además la planta baja de la confitería, en donde se sirve un café a quienes participan del recorrido.