La relación entre Napoleón Bonaparte y Josefina de Beauharnais es una historia llena de altibajos y desafíos. Napoleón, quien en ese entonces era un general sin destino, se enamoró perdidamente de Josefina, una mujer empobrecida que había salido de la cárcel y tenía dos hijos. Aunque se dice que fue Josefina quien sedujo a Napoleón para asegurarse un futuro mejor, su relación estuvo marcada por el engaño y la infidelidad.

A lo largo de los años, Napoleón enviaba cartas apasionadas a Josefina, expresando su amor y desesperación por estar juntos. Sin embargo, Josefina tenía un amante y gastaba dinero en caprichos, lo que enfurecía a Napoleón y causaba tensiones en su matrimonio.

A pesar de todo, la pareja se casó y Napoleón se convirtió en emperador. Sin embargo, la falta de descendencia y los problemas maritales llevaron al divorcio en 1809. Aunque Napoleón se volvió a casar y tuvo hijos con su nueva esposa, nunca dejó de tener cierto cariño y admiración por Josefina.

La historia de Napoleón y Josefina es la de dos personas emocionalmente disfuncionales que encontraron en el otro lo que les faltaba a ellos mismos. Aunque su relación estuvo llena de dificultades, también fue una fuente de fortaleza y apoyo mutuo. A pesar de su divorcio, Napoleón siempre recordó a Josefina como su verdadero amor.