La Navidad es una época muy peculiar que tarda dos meses en llegar y se desvanece en un abrir y cerrar de ojos. Hace poco estábamos recogiendo las mondas de las naranjas que habíamos dejado para los camellos, y ahora ya casi ni recordamos qué figura amorfa nos salió en el roscón.
Comprar juguetes en Navidad: Una aventura abrumadora
Si por casualidad, necesidad o curiosidad, te adentras en la zona de juguetes de unos grandes almacenes a tres días de la llegada de los Reyes Magos, puedes sentirte como un extraño en un mundo desconocido.
Rut de las Heras Bretín, periodista de El País, comparte su experiencia:
Siempre me he preguntado qué explicación se les da a los niños sobre el caos y el bullicio de estas fechas. Una que escuché in situ era tan ilógica como el barco pirata de Playmobil en el pantano de San Juan. "La abuela está echando la carta a los Reyes Magos", decía un señor a una niña mientras esperaban en una zona algo menos concurrida, la de los peluches clásicos.
Los peluches, esos adorables compañeros de la infancia, también han evolucionado. Ya no solo hay ositos, ovejitas y perritos, sino también capibaras, conejillos de indias e incluso personajes de comida japonesa como makis y nigiris.
Pero la sorpresa no acaba ahí. En medio de los peluches, Bretín encontró una sección dedicada a las armas de juguete. Unas bolsas llenas de cilindros naranjas que, para su sorpresa, no eran piezas de construcción sino proyectiles "precisos e inofensivos" para una variedad de armas de juguete.
El mundo de los juguetes se ha vuelto tan amplio y diverso que cuesta mantenerse al día. Bretín confiesa que creía estar familiarizada con la familia Bluey, pero se encontró con dos perritos desconocidos: Muffin y Socks, sus primas.
Otra familia de peluches que destaca por su popularidad es Sylvanian. Estos adorables animalitos, de entre seis y ocho centímetros, tienen su propio universo con casitas y una conejita gigante que recibe a los visitantes.
En medio del ajetreo y el bullicio, Bretín se da cuenta de que los niños parecen entender mejor las reglas del mundo de los adultos que los adultos las del mundo de los niños. Una niña le pide a su padre que le muestre la conejita, pero le advierte: "No me la quiero llevar".
La paradoja de la Navidad
La Navidad es una época llena de paradojas. Es un tiempo de alegría y celebración, pero también de consumo y estrés. Es un momento para estar con la familia y los seres queridos, pero también para sentirse abrumado por las obligaciones sociales.
La experiencia de Bretín en la zona de juguetes es un reflejo de esta paradoja. Por un lado, es un lugar mágico y maravilloso que puede despertar la ilusión en niños y adultos por igual. Por otro lado, puede ser un lugar abrumador y estresante, especialmente en los días previos a la llegada de los Reyes Magos.
Pero a pesar del ajetreo y el bullicio, la Navidad sigue siendo una época especial. Es un momento para celebrar la vida, el amor y la esperanza. Es un momento para reflexionar sobre lo que realmente importa y para apreciar las cosas buenas de la vida.