Thomas Vinterberg retrata a los daneses como refugiados climáticos en su primera serie

El director de 'Otra ronda' debuta en la televisión con 'Familias como la nuestra', una historia que pone en el centro el amor y la familia. “La empatía humana desaparece en momentos de crisis”, dice el cineasta.

En un futuro próximo, la subida del nivel del agua por el cambio climático obliga al gobierno de Dinamarca a tomar una decisión radical: evacuar el país. Casi de la noche a la mañana, los cerca de seis millones de ciudadanos del país nórdico se convierten en refugiados en busca de un nuevo lugar en el que instalarse.

El director visitó Barcelona a mediados de octubre para presentar su serie con motivo del Serielizados Fest. Habla despacio, pensando bien las respuestas mientras reflexiona sobre su propio trabajo. “No estoy seguro de haber entendido mi trabajo todavía, siempre aprendo sobre lo que he hecho mientras hablo con los periodistas sobre él”, dice.

Aunque el telón de fondo de su nueva creación es muy ambicioso, la historia se desarrolla poniendo el foco en los problemas que encara una familia concreta en esa situación. Y en particular, el dilema al que se enfrenta una adolescente, que tendrá que elegir entre seguir a su novio, ayudar a su madre o decantarse por la protección que le ofrece su padre.

Aunque el cineasta no ha encontrado respuestas a las preguntas que plantea la serie, sí ha llegado a algunas conclusiones que afectan a sus protagonistas. “He aprendido que la empatía humana desaparece en momentos de crisis. Pero, también, que regresa rápidamente en cuanto la crisis se ha superado. Los humanos somos criaturas sociales de nacimiento, a menos que seas un psicópata, por supuesto.

También que tenemos una gran población, especialmente jóvenes, que desean con mucha fuerza cambiar su comportamiento por el clima, pero no lo hacen, no pueden. Vuelan más y más y compran más y más ropa. Un ser humano cambia muy poco en su vida, pero las poblaciones cambian todavía menos. Asumo que hay mucho de sentir que lo que se haga será insuficiente. La gente no lee esas páginas en los periódicos, incluido yo mismo. Hay algo de creer que, si lo ignoras, no existe.

Es un poco como estar sentado en primera clase en el Titanic y escuchar que el agua entra en tercera y cuarta clase mientras sigues comiendo. Pero aun así soy optimista por alguna razón nada científica”, reflexiona el director.

Mi esposa, que es mucho más inteligente que yo y es vicaria de la iglesia luterana, dice que si pones tu mirada en algo que no seas tú mismo, puedes experimentar un gran momento de felicidad, y eso es lo que hacemos cuando creamos”.

Para Vinterberg, más allá de los grandes temas en los que se mueve la trama de su serie, subyace la idea de que “mientras que un país desaparece, el amor permanece”. “Es sobre la elección entre el amor narcisista y el amor generoso, sobre el amor en todas sus formas”, añade.

La familia es un tema recurrente en la producción del realizador danés. “Es una institución que representa la claustrofobia y, al mismo tiempo, el amor eterno, la lealtad y conflictos, todo a la vez. Es como un crisol que describe la vida al completo. Dramáticamente, es una institución perfecta para investigar a los seres humanos.

“Por un lado, está la cuestión de dónde puedes contar historias con una cierta integridad y un nivel artístico. Cada vez es más problemático contar dramas desafiantes y llevar a la gente a comprar una entrada de cine para verlos. Creo que hay una crisis profunda en el cine que ha hecho que mucha gente se mueva hacia la televisión. Y luego, por supuesto, encontramos que es un medio muy interesante. Entras en las casas de la gente durante un tiempo largo y sigues con tus personajes durante más tiempo. Pero claro, obviamente pierdes el sentimiento de comunidad de la experiencia en el cine”, explica.

¿Seguirá explorando la televisión o tiene planes para regresar al cine? “Depende de la historia y del material. Aún hay películas que quiero hacer”.