Mediaset veta el apellido 'Sálvame' al nuevo programa de su 'hijo pródigo'

Mediaset ha sorprendido con una decisión de última hora: impedir que su 'hijo pródigo', el programa 'Ni que fuéramos Sálvame', mantenga el apellido 'Sálvame' ahora que abandona la hacienda Fuencarral. Una medida que recuerda a las 'cláusulas del miedo' que los clubes de fútbol emplean para evitar enfrentarse a sus jugadores cedidos, temerosos de que les acaben goleando.

El retorno de la pandilla del 'pulpillo' iba a llamarse 'Ni que fuéramos Sálvame', pero a horas del estreno se ha quedado en un anticlimático 'Ni que fuéramos'. Sin embargo, como quienes están al mando de la cosa son los responsables de hallazgos tales que '#alaguapantos', '#Hastaeltoño' o '#Cuartomylenia', hicieron de la necesidad virtud y le calzaron un 'shhh!' final, una onomatopeya que le da ese toque de cosa secreta, proscrita, prohibida, que tan bien combina con el formato.

Para borrarlo del logo presente en el plató lo envolvieron “con papel de regalo envenenado”, según Víctor Sandoval. Esto no será 'Sálvame', pero tampoco dan puntada sin hilo. El espíritu del programa que no debe ser nombrado, rebautizado por Belén Esteban como “save me”, aunque pronunciado “shave me” que para algo es la mayor hacedora de memes de España, no tarda en emerger.

Un equipo de veteranos con ganas de revancha

Al margen de Esteban están en plantilla Kiko Matamoros, Lydia Lozano y María Patiño como maestra de ceremonias, un equipo titular, aunque llegaron con actitud de pretemporada: Lydia enfajada y con una lesión que le impidió inaugurar el programa con uno de sus legendarios chumineros, que sobre eso no tiene los derechos Mediaset —no estuvieron tan rápidos como la cerveza Duff cuando prohibió a Duffman utilizar sus movimientos entusiastas—, y Patiño sin poder descalzarse en el sofá porque tenía las uñas de los pies sin hacer.

Kiko Hernández, que entró vía móvil, también se ofreció a ponerse el peto de los titulares, pero antes habrá que hablar de dineros, el elefante en el salón del streaming.

Un formato que mezcla lo viejo y lo nuevo

Aquí no hay 'pulpillo', aún, sí sofá para las confidencias y mesa sobre las que recuperar las tradicionales meriendas, nada combina mejor con el despelleje que las pastas, y despelleje hubo a mansalva. La mayor dosis de cera le cayó a Alejandra Rubio, la 'nepo baby' del clan Campos. Esta gente sabe que siempre es necesario un antagonista y nos lo presentaron en el piloto.

También hay movimiento, aunque no les sigue un equipo de cámaras con cierta coordinación, sino ellos mismos. Hay salidas de plató a echar 'pitis' y no pesa el yugo del horario infantil, ya no se recurre al “hijos de hospital” y el “agua con misterio”, lástima porque nada aguza más el ingenio que la censura.

Son más que nunca la mesa de boda de los divorciados, rajando de todo 'quisqui', o de todo 'quickie', con dos cubatas de más. No se puede negar que en el primer programa ha habido 'cutrez' a raudales: rótulos 'flúor' dignos de la 'Super Pop' de los ochenta, sonido de vídeo comunitario y realización de tele local, pero hay más sello Mediaset y más personalidad y emoción en el debut de Patiño y compañía en canal 'Quickie' que en toda la programación de Telecinco.