La oscuridad de 'Memento Mori' vuelve en su segunda temporada
El asesino, culto y retorcido Augusto Ledesma pasea por Valladolid entre una ciudadanía ajena al criminal. El sociópata viste un abrigo grueso, fuma un faria y luce su característica gomina. Unos metros más allá, un gentío se apelotona tras las cámaras que graban a Yon González como intérprete del tenebroso Ledesma.
Una trama oscura, intelectual y sangrienta
La segunda temporada de estos crímenes y enredos policiacos se ha grabado en septiembre en la Valladolid que los alberga literariamente. Entre el público, el ideólogo de esta trama oscura, intelectual, sangrienta y éxito de audiencia y de boca a boca: César Pérez Gellida. El escritor observa la adaptación audiovisual de su obra meses después de recibir el premio Nadal.
A su lado, un González feliz como lunático en un “universo más amplio” que su encasillamiento artístico en personajes menos profundos.
Fidelidad a la esencia de la obra literaria
El equipo de rodaje se despliega por la calle Ferrari de Valladolid, bajo los soportales donde dentro de unos meses se sabrá qué urde Ledesma y cómo la Policía se afana por desenmascararlo. Luis Arranz, productor ejecutivo de la serie, destaca la capacidad del autor para entender que “adaptar la novela conlleva cambiar el lenguaje, es su criatura pero hay que vestirla y peinarla distinto”.
La historia general revela “problemas” con escritores reacios al encaje audiovisual de sus páginas, algo que creen haber evitado en Memento Mori por su fidelidad a la esencia de los tres tomos de la saga literaria.
Subtramas y localizaciones impactantes
Esta fidelidad acarrea alguna traición justificada pero a veces no perdonada por los lectores. Arranz alude a un momento clave del segundo libro, expresado en la serie en la primera temporada, un elemento esencial sobre Ledesma que decidieron anticipar “porque mucha gente o ya lo sabía o lo iba a saber leyendo los libros o hablando”.
El responsable de la elaboración de la serie augura “una historia mejor todavía que la primera temporada, con personajes maduros y consolidados”. Como acicate, que más allá de “apuntalar el duelo” entre el malo y los buenos, brotan “subtramas” entre los demás intervinientes. En lo visual, las localizaciones y los decorados avisan de cruces “más potentes”.
Una oportunidad para los menos familiarizados con la lectura
Gellida agradece que la televisión lleve a las librerías a ese público menos familiarizado con la lectura pero atraído por la calidad de Memento Mori audiovisual.
Yon González, reivindicando su versatilidad
El rostro de la trama y sus vericuetos lo encarna Yon González, quien a sus 38 años muestra hastío hacia el eventual encasillamiento artístico de su figura, ligada a personajes más juveniles y de menor alcance. Él agradece la “libertad” para permitirle aportar en escenas cruciales como una de la primera temporada cantando ante un espejo, fundamental para conectar con el público y expresarse de forma más directa.
Un rodaje con entresijos y anécdotas
El novelista se traslada a aquel día en la casa del director de la serie, Marco A. Castillo, cuando vieron “del tirón” los cuatro últimos capítulos del sexteto que compone la primera temporada, pues los dos primeros los visualizaron en el festival Seminci.
Por eso ahora atiende con más calma los entresijos de las grabaciones, el trastorno de la lluvia o las dilaciones de los plazos en este rodaje que terminó hace dos semanas antes de la orfebrería del estudio de producción.