Eran las cinco de la tarde de un sábado y el sol brillaba aún en Sevilla. Uno de los cruceros privados de lujo que pasean por las aguas del Guadalquivir zarpaba de uno de los pequeños muelles de la capital.
La embarcación, con capacidad para once pasajeros, navegaba ligera. Solo cuatro viajeros habían embarcado. Uno de ellos, con vaqueros, camisa y jersey azul, era Rosauro Varo (44 años), el vicepresidente de Movistar Plus+ y pareja de Amaia Salamanca (37 años) desde hace trece años. En medio de rumores de crisis con la actriz, las imágenes que acompañan el reportaje que ahora ve la luz en exclusiva para la revista Lecturas muestran al empresario llevando vida de soltero disfrutando de un fin de semana con un amigo y dos amigas, sin rastro de su pareja, Amaia Salamanca.
El padre de los tres hijos de la actriz de ‘Sin tetas no hay paraíso’ fue el primero en llegar al barco y esperó unos minutos a sus tres compañeros de viaje. Cuando la embarcación zarpaba, los cuatro compartían ya risas y copas alrededor de una mesa. Ese fue el plan durante la hora y media que duró el crucero. A su regreso, cuando el sol ya empezaba a esconderse en la ciudad, los cuatro desembarcaron y se acercaron a un bar para seguir disfrutando de la tarde. Las fotografías de Rosauro Varo, pareja de Amaia Salamanca, con una amiga El extenso y detallado reportaje que ve la luz este miércoles en exclusiva en las páginas de la revista Lecturas no deja lugar a dudas. El empresario y pareja de la actriz disfruta de una velada relajada e íntima. Acompañado de dos amigas y un amigo, Varo no duda en abrir el palacete que posee en Sevilla para pasar la noche. Una espectacular propiedad que utiliza junto a la actriz y sus hijos cuando se encuentran en la ciudad.
No fue hasta el día siguiente cuando volvieron a dejarse ver, con ropa distinta, saliendo del inmueble. Todo esto sin la presencia de Salamanca durante la velada. Rosauro se mostró muy cómplice con una de las amigas que le acompañaron en este día . Los cuatro hicieron un viaje en uno de los yates que surcan el Guadalquivir y los gestos entre el empresario y una de las amigas fueron constantes. Solo en las páginas de la revista Lecturas podremos ver el reportaje fotográfico que acompaña a este relato.