Vogue: un baile que rompe cadenas

Migrar, bailar y resistir en Nueva York

Prince, una voguera afroindígena de 27 años y con pronombres él y ella (persona no binaria) migró de Venezuela a la Gran Manzana hace dos años en busca del sueño americano, un espacio de mayor alcance artístico y mejor calidad de vida. Sin embargo, su experiencia en el país de Donald Trump estuvo marcada por la discriminación debido a sus orígenes afrolatinos y su identidad de género.

En Nueva York, encontró refugio en la comunidad LGBTIQ+ y en el vogue, un baile que le permitió liberarse de los estigmas, explorar su cuerpo y encontrar una narrativa de orgullo, embellecimiento y disfrute.

"Cuando salen a la pista, es tu momento, recuerda, ¡es tu tiempo con el cuerpo!", dice Prince al dar su taller de baile. "Le están diciendo a la gente: ¡Mírenme!", enfatiza.

Pero el camino no ha sido fácil. "En Nueva York, si eres latino es muy difícil destacar, tienes que esforzarte el doble, y si eres negra y latina, tendrás que esforzarte el triple", comenta Prince.

El vogue surgió en Harlem en los años sesenta como una expresión de los grupos minoritarios de la comunidad LGBTIQ+, negra y latina, expulsados de sus familias y rechazados por la sociedad. Se baila con música house en lugares que solían ser sótanos o bodegas abandonadas en barrios afroamericanos, aunque ahora se ha abierto paso a sitios más céntricos de Brooklyn y Manhattan.

La historia de Prince es la de una comunidad migrante LGBTIQ+ que busca oportunidades para bailar, enseñar y ayudar a otros en Nueva York.

En su taller Alas Migrantes, Prince imparte clases de vogue en español, una iniciativa pionera para brindar acceso a aquellos que hablan el idioma. También ofrece consejos para las corporalidades latinas: "Hay que dar pasos largos, no cortos, recuerden que la gente de acá es muy alta…".

Prince, quien vive con VIH, aprovecha su plataforma para visibilizar la condición y contribuir a detener la satanización de las personas portadoras del virus.

La comunidad latina formó parte fundamental en los inicios del vogue, pero actualmente tiene menor presencia en las casas que frecuentan los 'ballrooms'. Los latinos están más asimilados a la cultura estadounidense, explica Marie Lanvin Juicy, instructora invitada en Alas Migrantes.

"En el 'ballroom' sí hay mucha presencia latina, pero muchas veces son personas que no hablan nada de español, más bien lo que creo que hace falta es la conexión de esta comunidad con sus raíces latinas", añade Marie Lanvin Juicy.

En los 'ballrooms', como el 'Blonde Ball' al que asistió Milenio, se celebra la diversidad y la extravagancia. Los participantes lucen sus mejores galas, con tacones y pelucas por doquier. Un grupo de vogueras rindió homenaje a Britney Spears con diferentes atuendos que la cantante ha utilizado a lo largo de su carrera.

Sin embargo, persisten los obstáculos para los latinos en la cultura 'ball', a pesar de su creciente presencia demográfica. Dichos obstáculos dependen del fenotipo, según Marie Lanvin.

"No me he sentido discriminada, la verdad, tengo el privilegio de ser una persona latina blanca. Pero más allá del color de piel, el ser latina ayuda mucho a conectar con otros dentro del 'ballroom'", asegura Marie Lanvin.

Ana, una ilustradora y bailarina de danza contemporánea que se identifica como 'queer', también encuentra espacios de libertad y crecimiento en los 'ballrooms'. Sin embargo, reconoce que las casas continúan adoptando actitudes binarias obsoletas y que pueden ser intimidantes para los recién llegados.

"El 'ballroom' puede ser muy intimidante, hay mucho 'shading', pero también puede ser un espacio para conocerse a uno mismo y crecer mucho", dice Ana.

Vogue, un baile que nació como una expresión de resistencia, continúa siendo un espacio de liberación, empoderamiento y conexión para la comunidad LGBTIQ+, especialmente para las personas latinas que buscan su lugar en la Gran Manzana.