Las sinuosas curvas que cambiaron a México

Yolanda Montes, reconocida en el mundo como Tongolele, irrumpió en 1947 en la escena artística mexicana, provocando un terremoto social y sacudiendo los estratos de la sociedad de la época.

Su llegada al país azteca marcó un antes y un después, tanto así que una serie de curvas pronunciadas en la antigua carretera México-Veracruz fueron nombradas en su honor como Las Curvas de Tongolele. El impacto de su presencia se hizo sentir en distintos ámbitos, desde el lenguaje, con la incorporación del concepto de «tongoneo» en el Diccionario de la Lengua Española, hasta la música, con composiciones como «Baila como Tongolele» de la Sonora Matancera y «Mangolele» de Pérez Prado.

La belleza exótica de Tongolele y sus movimientos sensuales cautivaron al público, pero también generaron controversia. Autoridades eclesiásticas la tildaron de inmoral, mientras que el pueblo la adoraba.

Un ícono cultural

Tongolele se convirtió en un símbolo cultural, inspirando a escritores como Sergio Ramírez, quien tituló su novela política «Tongolele no sabía bailar», y a artistas como José Alfredo Jiménez, quien se inspiró en ella para componer «El rey del barrio». Su imagen quedó plasmada en productos cotidianos como la famosa copa «Tongolele» y en la memoria colectiva de los mexicanos.

A pesar de las críticas y las hostilidades de algunos sectores, Tongolele mantuvo su postura, afirmando: «Los suicidas me parecen ridículos, sobre todo cuando lo son por mujeres imposibles, como yo». Su frase se convirtió en un emblema de su personalidad fuerte e independiente.

Inicialmente conocida como Sandoa, adoptó el nombre artístico de Tongolele, una combinación de sonidos afros y tahitianos. Su estilo único, descalza y con un rostro serio y misterioso, la diferenciaba de las rumberas y otras exóticas de la época.

Una vida llena de altibajos

La vida de Tongolele estuvo marcada por altibajos. Se casó en dos ocasiones, primero con su bongocero Joaquín González y luego con el torero Antonio Velázquez. Tuvo gemelos, Rubén y Ricardo, quienes se convirtieron en su motor de vida.

Su carrera cinematográfica abarcó más de 20 películas, en las que compartió pantalla con grandes figuras de la Época de Oro del cine mexicano. Sin embargo, su paso por el cine de ficheras marcó un declive en su trayectoria artística.

En paralelo a su carrera como bailarina y actriz, Tongolele desarrolló una faceta como pintora y escultora, demostrando su versatilidad artística.

Un legado imborrable

A pesar de su partida física, Tongolele sigue viva en la memoria de los mexicanos. Su imagen y su historia continúan inspirando a artistas y escritores, y su legado como ícono cultural permanece intacto.

Se dice que creía en los espíritus y en la reencarnación, y que resurgirá en mil años para hacer temblar nuevamente a la sociedad con su arte y su personalidad única.