Saber cuándo vamos a morir sería una ventaja, en todo caso. Nos permitiría administrar mejor nuestro tiempo, abarrotar nuestras agendas con cuanta actividad exista y dejar dos horas libres para tendernos en la cama hasta que nos derrote el cansancio. ¿Se imaginan? Sería una fantasía para el sistema capitalista y los jefes de producción tipo ‘fábrica china’. También para los dueños de los bancos, otorgando créditos a diestra y siniestra con solo un documento de respaldo: algo así como un acta de defunción entregada por un médico a nuestros padres en el momento en que nacemos, para así saber cómo diferir los pagos.

El cielo de Teotihuacán no tendría espacio para un globo aerostático más. París sería escenario de una multitudinaria orgía diaria con recién casados buscando experimentar una relación abierta. Miles de neas con navaja harían fila en las inmediaciones del coliseo romano a la espera de una batalla imaginando ser Máximo Décimo Meridio, aunque sin ser comandantes de los ejércitos del norte y generales de las legiones Fénix. Juraría que sería así, en esta vida o en la otra.

Ya hablando en serio, o escribiendo en serio, saber cuándo vamos a morir sí podría ser una ventaja. Al menos para mí. No digo que compartiría más tiempo con mis seres queridos, tampoco que sea mejor hijo, mejor hermano, mejor amigo, mejor pareja, mejor periodista, mejor, mejor, mejor, porque lo más probable es que siga siendo el mismo desadaptado de siempre. Pero sí asumiría más riesgos: me animaría a pedirle el cuadre a alguien, aunque parezca PA-TÉ-TI-CO, porque nunca lo he hecho, y dejaría de dar por hecho las relaciones efímeras. Nadaría en un rincón del mar donde no lleguen los guardacostas y permitiría que una mantarraya me enseñe a ser carismático aunque pueda hacer tanto daño.

Si supiera cuándo voy a morir, viviría deprimido los domingos, como siempre, y amargado los lunes, como casi siempre. Pero no esperaría a que fuera viernes… para expresar lo que siento animado por un tequila.

Y si muriera mañana, no aprovecharía el tiempo. Dejaría de ser lo que los demás quieren.

FIN (porque ya me puse depre).