Las calorías, las grasas, el azúcar. Tienes que verte tonificada, pero no tanto porque dicen que pareces hombre. Puedes bajar de peso, sin perder la cola, obviamente, porque no puedes ser plana. Si estás muy delgada, tienes que engordar un poquito, pero sin pasarte, porque ser gorda está muy mal, aunque ser flaca también es de lo peor. O sea, ¿crees que a los hombres les gusta roer hueso? Ah y ni se te ocurra decir algo al respecto, porque puedes molestar a los demás, hay que recibir los comentarios con una sonrisa y siempre, dar la razón.
A las mujeres se nos ha enseñado desde chiquitas a seguir los estándares de belleza, a que siempre tenemos que vernos femeninas, a cuidar nuestro peso porque la sociedad es una mierda cuando tienes sobrepeso. Toda la vida hemos tenido que lidiar con comentarios acerca de nuestro cuerpo. Todo el mundo opina: “Estás muy flaca, estás muy gorda, estás como dejada, te maquillas demasiado…”
Las redes sociales también han hecho lo suyo. Por un lado, nos muestran la perfección: mujeres imponentes, inalcanzables, que jamás vas a ver en sudadera o despeinadas. Y, por otro lado, mujeres que se oponen rotundamente a verse así, porque las mujeres que se preocupan demasiado por verse bien, están huecas. Todo nos lo cuestionan y nos lo cuestionamos. A veces somos las mayores enemigas para nosotras mismas.
Lo de hoy, es luchar contra esos estándares de belleza que nos han dividido y acongojado durante tanto tiempo. Pero intentando borrar lo que está establecido, hemos creado otros. Ahora, por ejemplo, no puedes ser una mujer delgada, tonificada u operada, porque no eres real. Para ser real, tienes que ser otra cosa, que nadie sabe qué es, pero es real. Si eres gordita, estás dando un mensaje erróneo de autocuidado. Si no te depilas, eres “feminazi” y si te haces la depilación láser, estás atentando contra la naturaleza de ser mujer.
Todos los días luchamos con nuestros pensamientos y con lo que dicen los demás. Ayer, por ejemplo, me comí una dona de chocolate con arequipe y me sentí culpable todo el día porque tenía 361 calorías. Sí, a veces cuento las calorías, aunque sé que está mal.
Cuando lo pienso con calma, llego a la conclusión de que eliminar los estándares de belleza es casi imposible. Vivimos de eso. De eso se alimentan las marcas de ropa, de maquillaje, de belleza, de comida. Antes promovían un solo tipo de cuerpo, ahora promueven la diversidad. En mi opinión, se aprovechan un poco, pero así es la vida, hay que producir plata y la plata está en las oportunidades.
Esta columna es más una crítica. Una crítica que no ofrece ninguna solución, solo muestra lo que creo que está mal. No les voy a dejar un mensaje de cierre que diga que se amen como son y por encima de cualquier cosa. Que el amor propio es la salvación de la vida y que bla bla bla. Mejor manden a la mierda a la próxima persona que les haga un comentario innecesario acerca de su cuerpo o de su vida.