El riesgo de externalizar nuestro futuro al sector privado
En septiembre de 2024, el gobernador de California, Gavin Newsom, vetó un proyecto de ley de seguridad de la inteligencia artificial (IA), mientras que la Real Academia Sueca de Ciencias otorgó el Premio Nobel de Química a David Baker, profesor de la Universidad de Washington, y a Demis Hassabis y John M. Jumper, empleados de la filial DeepMind de Google y de su empresa derivada Isomorphic Labs.
La privatización de la ciencia
Estos dos hechos aparentemente inconexos sugieren una tendencia preocupante: la externalización del futuro de la humanidad a corporaciones privadas con fines de lucro. Si bien el proyecto de ley de California no era perfecto, representaba un esfuerzo inicial para responsabilizar a los desarrolladores por los posibles daños que podrían causar sus modelos de IA. Sin embargo, la industria tecnológica, incluida Google, ejerció una feroz presión para oponerse al proyecto de ley.
El Premio Nobel 2024 marca un hito, ya que es la primera vez que se otorga a empleados de una corporación multinacional en una ciencia natural. Anteriormente, los galardonados eran profesores universitarios o investigadores de institutos públicos.
La decisión de incluir a los investigadores de Google legitima la privatización de la ciencia, que ya no es un bien común para la humanidad. La ciencia de la IA ahora está encerrada en un «jardín amurallado», accesible solo para quienes pueden pagar el acceso.
El papel del sector privado
Aunque el modelo de IA AlphaFold2 está disponible gratuitamente, DeepMind posee múltiples patentes para su uso. Esto significa que la empresa tiene la última palabra sobre cómo se utiliza la tecnología.
El sector privado a menudo se beneficia del trabajo realizado por científicos financiados públicamente o empleados por institutos públicos de investigación. Por ejemplo, el primer satélite fue lanzado por el gobierno de Estados Unidos, no por Elon Musk, e Internet fue desarrollado por el ejército estadounidense antes de su comercialización.
Las corporaciones con fines de lucro se centran en los rendimientos financieros, no en el progreso humano. Una vez que ingresan al mercado, intentan monopolizar el conocimiento científico a través de patentes o secreto comercial.
El enigma de los gobiernos
Si bien es comprensible que las empresas privadas disfruten de este juego, el enigma es por qué los gobiernos están dispuestos a entregar años de investigación financiada públicamente sin garantizar la participación de la población en la toma de decisiones sobre su uso.
La legislación de California habría exigido que los modelos de IA incluyeran una capacidad de desconexión total, pero esta disposición fue eliminada con el resto del proyecto de ley.
Los gobiernos a menudo son menospreciados por no tener el conocimiento o los recursos necesarios para promover la innovación y el progreso científico. Sin embargo, la historia muestra que el sector privado se ha beneficiado repetidamente de las contribuciones de los científicos financiados públicamente.
Conclusión
Es fundamental reconocer los peligros de externalizar nuestro futuro al sector privado. Los gobiernos deben desempeñar un papel activo en la regulación y supervisión de la investigación y el desarrollo de la IA, garantizando que se use para el bien público y no solo para el beneficio de unos pocos.
No debemos poner nuestro destino en manos de corporaciones cuyo único objetivo es maximizar el valor para los accionistas. El futuro de la humanidad debe basarse en la colaboración, la transparencia y la rendición de cuentas, no en los intereses privados.