Alberto Fernández sepulta su legado de integridad

El escándalo de los seguros, las "visitas" y la violencia de género dejan al descubierto las debilidades del kirchnerismo y hunden la carrera política de Fernández.

Las imágenes de la ex primera dama, con secuelas de golpes presuntamente propinados por el ex presidente, y los chats de la pareja confirman la peor de las hipótesis: que todo es cierto.

Un combo explosivo

La trama por los seguros, una causa judicial que avanza hasta el final contra Fernández, se suma al combo, a la luz de diálogos explícitos de favores traficados en beneficio del broker Héctor Martínez Sosa, el marido de María Cantero, la secretaria presidencial.

Por si fuera poco, surgen escenas de frivolidad explícita en el ejercicio del cargo, una desaprensión por la función y una tendencia a la utilización del poder para satisfacer apetitos básicos.

Un tsunami político

Los hallazgos de violencia de género denunciados por Fabiola Yañez, las aventuras ocurridas en Olivos y el escándalo de los seguros terminan de agotar la única reserva moral en la que se cobijaba el kirchnerismo.

Fernández arrastra consigo todo el simbolismo de esas banderas que fungían de escudo como políticas públicas indiscutibles, dando un oxígeno vital a Javier Milei y su idea fuerza: que la clase política es una colección de farsantes.

Como si la parábola no fuera lo suficientemente dramática, el verdugo de Fernández termina siendo su examigo, el juez Julián Ercolini, quien no solo ha celebrado las ironías del destino al abrir el celular de Cantero, sino que además ha salido sorteado para intervenir en la causa por las lesiones a la ex primera dama.