Barcelona reconoce a Manuel Vital, el hombre que puso a Torre Baró en el mapa

El Ayuntamiento bautiza una parada de bus en memoria del líder vecinal que secuestró un autobús en 1978 para dotar al barrio de transporte público.

Un luchador incansable

Famoso por secuestrar un autobús en 1978 para llevarlo por primera vez hasta este barrio, Vital ha recibido el reconocimiento con el bautizo de una parada de bus con su nombre en la calle de Castellví, el punto más alto del barrio.

Una hazaña que cambió el barrio

La hazaña de Vital demostró al Ayuntamiento que el transporte público también podía llegar a Torre Baró. El sindicalista fue juzgado por esos hechos y acusado de secuestro. La empresa le amenazó con despedirle sin indemnización, pero la presión vecinal hizo posible su readmisión. Poco a poco, la línea 47 se prolongó hasta que, en 1980, Torre Baró ya contaba con servicio de autobús.

Un símbolo de dignidad

“Vital no solo fue un líder vecinal de Torre Baró, sino que ha pasado a representar el reclamo de todos aquellos barrios de la periferia española que luchan por la dignidad de sus vecinos. La perseverancia de Vital también plasma la lucha de vecinos como los del barrio madrileño de Entrevías”, ha apostillado Clara Segura, actriz que da vida en la película a Carmen, esposa de Vital.

Monja de formación, acabó casándose con Vital y también pasó a ser un símbolo de Torre Baró por su incansable contribución a la educación de los niños que vivían en aquel terreno baldío. Joana Vital, nieta del matrimonio, ha reivindicado el papel de su abuela: “Nos demostró a todos que no hace falta una escuela para ser maestra”, en referencia a los barracones que su abuela usaba como aulas.

Un legado imborrable

Vecinos y antiguos compañeros suyos tampoco han faltado a la cita. Es el caso de Gregoria, íntima amiga de Vital y que se ha mostrado visiblemente emocionada con el homenaje. “Era un hombre de pocas palabras, pero afable, luchador y de férreos valores. Gracias a él y a muchos otros que ya no están, ahora disfrutamos de agua corriente, luz y calles asfaltadas”, ha encomiado.

Vital nunca fue un catalán de segunda, como dijo en su momento, pero tampoco renunció a sus raíces extremeñas. De hecho, jamás se quitó su cadena con la bandera verde, blanca y negra que llevaba siempre colgada al cuello. El líder vecinal representó a aquella emigración anárquica de la posguerra, una emigración que soportó la explotación de los capataces en los campos del sur y que se marchó a Cataluña en busca de oportunidades.