Cocinar con tus hijos pequeños: un beneficio para su desarrollo

Involucrar a los niños en la cocina no solo es una actividad divertida, sino que también tiene un gran impacto en su desarrollo personal. Cocinar junto a los padres, ya sea adobando, aliñando o guisando, ayuda a los más pequeños a establecer una relación saludable con la comida y a desarrollar habilidades emocionales y cognitivas.

Según el libro "Tareas compartidas, familia feliz", de Ana Sancho y Noelia Terrer, cuando los niños participan en las tareas del hogar, se sienten parte de un equipo familiar, lo cual fortalece su autoestima y su sentido de pertenencia. Blanca Santos Giménez, psicóloga infantojuvenil y directora de Azul Psicoterapia, sostiene que, al colaborar en estas actividades, los menores desarrollan habilidades que refuerzan su autonomía y seguridad en sí mismos.

La cocina, en particular, es un espacio ideal para aprender sobre la comida, probar nuevos sabores y familiarizarse con el proceso de preparación de alimentos, lo cual crea un vínculo positivo con la alimentación. Para Rosa Mª Nieves, directora de la escuela de cocina Kitchen Academy, la cocina permite que los niños aprendan a trabajar en equipo, practicar la paciencia, la tolerancia y el respeto hacia los gustos de los demás.

Además, este entorno fomenta el desarrollo de funciones ejecutivas, como la planificación y la atención, al tiempo que mejora habilidades motoras y sensoriales al experimentar diferentes texturas, sabores y aromas.

Cocinar y conocer el mundo a través de la alimentación

Participar en la preparación de alimentos también es una oportunidad para que los menores amplíen su conocimiento cultural. Santos subraya que, a través de las recetas, los niños pueden aprender sobre diferentes tradiciones y culturas y desarrollar una noción básica de nutrición, entendiendo el impacto que tienen los alimentos en su salud.

Este aprendizaje puede hacerse de forma práctica y divertida al llevarlos al mercado o consultar recetas juntos, generando interés en el proceso culinario desde una edad temprana.

Gestionar los riesgos de la cocina

Es fundamental tener en cuenta los riesgos que pueden surgir en la cocina, como cortes o quemaduras. Nieves recomienda que los padres asignen tareas adecuadas a la edad de sus hijos y los supervisen en todo momento. Actividades como lavar alimentos o guardar utensilios son ideales para niños a partir de los dos años, mientras que cortar ingredientes puede enseñarse entre los tres y los cinco años, utilizando cuchillos seguros.

Para Angie López, una madre que comenzó a cocinar con su hija desde los seis años, involucrarla en la cocina fue una experiencia enriquecedora y divertida, que fomentó su independencia en la adolescencia. Ahora, su hija es capaz de cocinar de forma segura, lo cual le ha resultado muy útil en su etapa universitaria.

Cocinar es mucho más que jugar

Es importante que los padres expliquen a sus hijos que la cocina no es solo un juego. Enseñarles a manejar utensilios de cocina y supervisarlos en tareas como cortar o cocinar alimentos en una sartén les permite aprender responsabilidad y disciplina. La clave, según Nieves, es superar el miedo a que se corten o se quemen y confiar en sus habilidades, ya que esta experiencia será enriquecedora y contribuirá a su crecimiento integral.