¡Sabores imperdibles del Día de Muertos que te sorprenderán!
En México, el Día de Muertos es más que una celebración religiosa; es un reflejo de la rica diversidad cultural y gastronómica del país. Cada año, durante este periodo, las familias mexicanas honran a sus seres queridos fallecidos con una serie de rituales y tradiciones que incluyen la elaboración de ofrendas llenas de deliciosos platillos.
Si bien algunos de estos manjares son ampliamente conocidos, como el pan de muerto y la calaverita de azúcar, muchos otros siguen siendo un secreto culinario esperando ser descubierto. Aquí te presentamos algunos de estos platillos imperdibles que seguramente despertarán tu paladar:
1. Mucbipollo (Yucatán)
Este tamal gigante de Yucatán es un protagonista indiscutible de las ofrendas del Hanal Pixán. Elaborado con carne de cerdo, pollo o pavo, envuelto en hojas de plátano y cocinado en un horno subterráneo, el mucbipollo adquiere un sabor ahumado y profundo. Desenterrarlo es un ritual en sí mismo, conectando a los vivos con los difuntos.
2. Atapakua (Michoacán)
En las ofrendas de Michoacán, el atapakua es un guiso espeso que combina carne, verduras y una salsa hecha de chiles y frutas. Este mole, que varía en sabor según su versión roja o verde, es un elemento fundamental de la cocina purépecha.
Junto al atapakua, las corundas, pequeños tamales triangulares, también tienen un lugar especial en las mesas durante el Día de Muertos. Su técnica de nixtamalización con ceniza les otorga un sabor único.
3. Mole amarillo (Oaxaca)
Oaxaca, cuna de los moles, destaca por su versión amarilla durante las festividades del Día de Muertos. Este guiso más ligero que otros moles, combina chiles como el chilhuacle y el costeño amarillo con jitomate y verduras. Su versatilidad le permite adaptarse a distintos ingredientes, convirtiéndolo en un platillo indispensable en las mesas oaxaqueñas.
4. Cajeta de muerto (diversos estados)
Los dulces también juegan un papel importante en esta festividad. La cajeta de muerto, elaborada con camote morado, guayaba y a veces piña o nuez, es un postre cremoso que se sirve caliente y acompaña perfectamente al pan de muerto.
5. Zacahuil (Huasteca)
En la Huasteca, el zacahuil es un tamal de proporciones gigantescas. Relleno de carne de cerdo o pollo y chile guajillo, y cocinado en un horno de barro, este tamal simboliza el vínculo entre lo terrenal y lo espiritual. Su presencia en las ofrendas asegura que las almas de los difuntos sean bienvenidas.
Estos platillos tradicionales son un testimonio de la riqueza y diversidad cultural de México. Al prepararlos y compartirlos, las familias mexicanas honran a sus seres queridos y celebran la continuidad de la vida.